Los panistas que se han servido con la cuchara grande, abusando del presupuesto del ayuntamiento de Puebla, tendrán que responder por violentar la legalidad y haber engañado y robado a los ciudadanos poblanos; además, enfrentar auditorías, desmentir acusaciones por alta corrupción y, finalmente, hacerle frente a la justicia.
Las cuentas públicas de la presidencia municipal no pasarán la más mínima auscultación.
Eduardo Rivera Pérez, fue electo alcalde en los comicios de 2021, prometiendo un gobierno ejemplar.
¡Mintió burdamente!
No hay obras que destacar y sí una estela de envilecimiento.
El gobernador Sergio Salomón Céspedes ha tenido que destinar parte del presupuesto estatal para pavimentar calles y tapar baches; en tanto el gobernador electo Alejandro Armenta descalifica la intentona de continuar endeudando al ayuntamiento.
Adán Domínguez, el títere, cubrió a Lalo mientras este iba por la gubernatura de Puebla, sosteniendo la farsa, hasta lo último, de personificar a una autoridad sin mácula con finanzas sanas.
Sus cómplices, también tendrán que rendir cuentas. Uno de ellos, Omay Coyopol, un tesorero que trajeron de San Andrés Cholula con un gran cartel de mago de las finanzas y… sí, pues desapareció cientos de millones de pesos.
¿Dónde están los periodistas o reporteros pagados del erario municipal?
Unos se esconden y otros son omisos al escándalo.
Ninguno defiende a sus otrora amigos y benefactores.
¿REÍR, LLORAR O REZAR?
Bernardo Arrubarena, secretario de Administración de la comuna, autorizó contratos por 35 millones de pesos para comprar tortas, sándwiches, hamburguesas y papas fritas.
Seguramente destinó los alimentos para todos los pobres del estado de Puebla.
Sucedió en 2023; pero, en 2022, había gastado 11 millones en comida para trabajadores de la secretaría de Seguridad Ciudadana.
Igualmente, han de haber comido hasta sus familias y los indigentes del municipio.
Lalo Rivera, gastó 126 mil pesos diarios en asesorías y promoción en medios de comunicación, mientras la seguridad pública la echaba al olvido, el agua potable escaseaba y los baches abundaban en las calles de la ciudad.
Su guapura toluqueña la tenía que exhibir públicamente, siendo apaleado en la elección por la gubernatura. El gasto en publicidad personal resultó un exceso ofensivo.
En su primer año de administración erogó 9 millones de pesos en galletas y café.
Probablemente, exportó los productos diariamente de los Emiratos Árabes.
¿Cómo es que Adán Domínguez gastó en septiembre de 2024 la suma de 1,491 millones de pesos?
¡De locos!
Lean esto: 2.7 millones de pesos se utilizaron para la compra de lápices y plumones.
Con eso se fueron a pintar la Muralla China, dato aportado con fina ironía por el reportero Ricardo Bravo García.
Uno más: 31 millones fueron utilizados para comprar uniformes en un solo mes, cuando antes de septiembre solamente utilizaron 219 mil pesos por el mismo concepto.
¿Adán y Lalo vistieron a todos los ciudadanos poblanos?
Y todavía desaparecieron 480 millones correspondientes a la próxima administración de los meses de noviembre y diciembre por venir.
¡Robo en despoblado!
Pasaron de 223 mil pesos a 666 mil en alimento canino y los materiales eléctricos de 3.4 millones a 18.9 millones.
Seguramente mitigaron el hambre de los perros callejeros e iluminaron todas las colonias del municipio.
La deuda municipal es inocultable, cuando las arcas estaban limpias de acreedores.
Y todavía, Adán Domínguez, quería gestionar un crédito de 600 millones a unos días de dejar el cargo, siendo rechazado por los diputados y el propio alcalde electo José Chedraui.
El gran gobierno que ofreció Eduardo Rivera Pérez, quien siguió manejando la administración a través de Adán Domínguez, ofreció brillantez y honestidad, coronado con su programa estrella de bacheo.
Atraco y farsa en todo su esplendor.
Lalo y Adán, ganan con honores, dignos de Lecumberri, el PREMIO PINOCHO y su Corcholata de Pato Pascual por mentirosos.