El pasado martes, Eric Abidal encendió al Barcelona con una serie de declaraciones en las que señalaba a algunos jugadores como los principales culpables de la decisión de cesar a Ernesto Valverde como director técnico. Eso ocasionó que Lionel Messi explotara de inmediato y respondió al francés mediante sus redes sociales pidiendo que diera los nombres de los inconformes.
Lo de Messi no es un enojo puntual y viene desde hace tiempo. El argentino empieza a estar harto de ciertas situaciones que suceden en el club y de que le hagan responsable de muchas de las decisiones que se toman. Messi sabe que muchos le están acusando de ser el ‘ejecutor’ de Valverde. Nada más lejos de la realidad porque le fue fiel hasta el último minuto. No como otros. Por eso, exige a Abidal que dé nombres porque si no lo hace, todos miran al argentino como responsable.
Messi está harto que lo señalen como el que cesa entrenadores, hace los fichajes y alinea a los jugadores. Messi tiene poder por ser quien es, pero no dicta la política del club como muchos se empeñan en airear.
Hace unos meses, Piqué hizo unas declaraciones acusando a la Directiva de utilizar sus medios afines para denunciar el inmenso poder de los jugadores, dando a entender que el vestuario hacía y deshacía a su antojo en el club.
Todo esto a Messi empieza a cansarle y se está cargando de razones para marcharse. Porque hay mucho más. En primer lugar el aspecto deportivo. El equipo va a la deriva y a nadie se le escapa que, salvo milagro, este año se quedará en blanco. El cambio de entrenador no ha tenido el efecto deseado y las lesiones de larga duración de Luis Suárez y Dembélé dejan al equipo al borde del abismo. Alguien no hizo bien los deberes en la cúpula y el resultado es que Setién sólo tiene 16 jugadores del primer equipo.
Messi ve como prima más el aspecto económico que el deportivo. En invierno salieron cuatro jugadores y no llegó ninguno. Y el tema de las lesiones de Dembélé se podía prever por su historial. Falló la previsión.
Al principio de esta temporada, el argentino dejó muy claro que su idea es retirarse en el Barcelona, pero recalcó que quiere un proyecto ganador. Y ese proyecto no existe o nadie lo ve. Los fichajes no aportan lo suficiente.
Messi también dejó claro que Neymar habría sido el gran refuerzo. Griezmann está cumpliendo sin más, mientras que el brasileño se sale en el PSG. Y Leo toma nota.
Todo esto se refleja en Messi, poco aficionado a esconder sus sentimientos. Su cara la dice todo y ahora está harto. Por eso reaccionó así ante Abidal o por eso tuvo un pequeño enfrentamiento con un compañero en un entrenamiento. Está a la que salta. Esta es la peor noticia para el Barcelona. La felicidad de Leo es capital y ahora no lo es.
El club debe esforzarse en cuidar a Leo. Es verdad que el deseo del argentino es seguir en Barcelona, pero no a cualquier precio. Y si quiere, puede irse al final de cada temporada.