REFLEXIONES
(Periodismo con Historia)
Por: Miguel Ángel García Muñoz
No me queda duda de que Argentina mereció ganar la Copa del Mundo.
Un 3-3 hasta el alargue que se definió en penales.
Fue brillante, como espléndida la clausura del millonario Mundial de Catar.
Lo detestable y que rompió el encanto del último acto, aparte del árbitro polaco, la señal obscena que vimos todos del Dibu Martínez, al recibir el trofeo como mejor portero, a sabiendas de su inmoralidad y que va en contra de las leyes musulmanas.
Durante 68 minutos fue mucho más que Francia que se veía desorientada y acorralada por la marca férrea; Mbappe, desaparecido.
A esas alturas del partido, era la final más desabrida y que daba rienda suelta a las especulaciones recrudecidas cuando el árbitro polaco, de cuyo nombre prefiero no acordarme, marcó un penal inexistente por supuesta falta sobre Ángel D’María, que cobró magistral Lionel Messi.
Empezaba a crecer la versión de que el campeonato fue hecho a mano para la causa pampera y había fundamentos.
Veamos: Desde que jugó Argentina contra México, el Tata Martino mandó una alineación equivocada que nadie encontró explicación, dejando en la banca a Héctor Moreno, el único que podía parar a Messi. Todo indicaba que era impedir que el hoy monarca se fuera a casa apenas en el segundo partido. Los mismos jugadores mexicanos lo dijeron: “Nunca entendimos el sistema; Lozano y Alexis eran dos defensas más; jugamos a no perder y perdimos; ahora sabemos que podíamos ganar”.
En el cotejo contra Países Bajos, al término del juego, Louis van Gaal, señaló tajante: “Ya denle la Copa a Messi y Argentina”.
Luego circuló una supuesta oferta del Emir de Catar para que ganara Argentina, pues los árabes idolatran la figura de Messi y del París Saint Germain al que patrocinan.
Y al inicio de la final un penal fantasma crispaba los nervios hasta de los más escépticos.
Por supuesto que de esto debe hablarse, no puede pasar desapercibido por el cúmulo de intereses que existen y por ser el deporte que más despierta pasiones en todo el orbe.
Sin embargo, faltando 22 minutos para terminar el partido, los ajustes que hizo Didier Deschamps permitieron que su escuadra reaccionara y escenificara uno de los cierres más dramáticos en la historia de los mundiales. Camabinga, demostró que está para grandes alturas a sus 19 años; Mbappe cuajó un par de tantos en 6 minutos, el segundo de ellos de antología, llevando el partido al alargue donde cualquiera pudo ganar. Messi, hizo su segundo y minutos después otro penal por una mano clara, permitió a Mbappe hacer su tercero que dio el empate y su acceso a la Bota de Oro al obtener el liderato de goleo.
Fueron 52 minutos de fútbol equivalente a oro puro.
Daba la impresión que era otro partido.
Fue suficiente para sepultar los malos pensamientos, a pesar de que el silbante seguía favoreciendo a Argentina parando el juego y nunca concediendo ley de la ventaja a los galos que pudieron matar en contragolpes al robar el balón en tres ocasiones.
El árbitro polaco debe quedar en la crónica del olvido, no así el juego que ganó Argentina a Francia, levantando la Copa por tercera vez en su historia.
Los ojos estaban puestos en Messi, por sus logros, porque le faltaba el mundial, pero hoy, merece un enorme reconocimiento el llamado “Fideo” Ángel D’María, el amuleto que dio la Copa América a Argentina anotando el gol del triunfo a Brasil y, ahora, con una asistencia y un gol hermoso por la hechura de la jugada. De no haber estado de inicio como muchos pensaron, quizá estaríamos hablando de otra cosa, porque él fue el enlace en la delantera con Lionel y sus compañeros, hizo picadillo a la defensiva rival.
POSDATA: Otra vez surgirá la pregunta sobre quién es el mejor en la historia.
Unos dirán que Messi, otros que Maradona, Cristiano Ronaldo, Ronaldinho, D’Estéfano, Garrincha y un largo etcétera.
No se equivoquen, no es asunto de gustos, aunque así parezca, es cuestión de números, de trayectoria, de logros, de analizar quién ha sido el jugador más completo. Ese es Edson Arantes Do Nacimento “PELÉ”, así, con mayúsculas.
Es opinión personal y me tocó verlo hacer magia.
POSDATA 2: Que nadie se escude en la frase: “Yo no lo vi jugar”. Hoy, la tecnología nos permite ver todo. Hay que estudiar la historia. Como dicen los argentinos sencillitos, que están de moda: “Quítense de pavadas” o de pendejadas, que es lo mismo.
Todos aquellos jugadores ídolos mundiales han reconocido en “PELÉ” al más grande.
Esto, indudablemente, no es en demérito de nadie; cada quien tiene su lugar.
El número uno es para O’Rey del fútbol; digno representante del jogo bonito; hacedor de la fama mundial del Santos de Brasil; dueño de tres Copas Jules Rimet con el Scratch; poseedor del récord de 1283 goles anotados; sacó del anonimato al fútbol de Estados Unidos con el Cosmos de Nueva York y fue un genio con la pelota en su poder, entre otras razones.
Es el que nació en Bahía de Tres Corazones.
Es el que cumplió la promesa a su padre en 1950, cuando el “maracanazo” que propinó Uruguay a la canarinha con goles de Alcides Ghigia y Obdulio Varela. “Ya no llores, papá, cuando sea yo grande ganaré una para ti”.
POSDATA 3: “PELÉ”, lo cumplió en 1958 a los 17 años de edad, anotando 3 a Francia y 2 a Suecia en la gran final; repitiendo en Chile 1962 y México 1970, con un equipo de ensueño donde participaron Félix, Brito, Piazza, Everaldo, Rivelino, Tostao, Gerson, Clodoaldo, Jairzinho, Carlos Alberto, Paulo César.
POSDATA 4: En lo personal, siempre he simpatizado con Brasil. Esta vez no fue la excepción, pero su soberbia lo mató.
POSDATA 5: Pasarán muchos años para que alguien nazca con esas virtudes futbolísticas de “PELÉ” y le pida permiso para ceñirse la corona del más grande.
Lo subrayo a pesar de la ignorancia y la miopía.
directorabcd_reflexiones@yahoo.com.mx