Revista Educarnos
La disputa enconada de los intereses personales o de grupo dota a nuestra sociedad de su carácter. La diatriba pública se fundamenta en el egoísmo o la concesión estratégica y temporal en aras de la propia conveniencia.
No tendría que ser de otro modo con el próximo regreso presencial a clases.
Algunas consideraciones:
1. Se genera derrama económica. Los padres de familia se ven obligados a comprar libros y cuadernos, mochilas y uniformes. Pagar el transporte y la alimentación entre comidas. Por lo tanto, la industria de alimentos (incluidas las cafeterías o “cooperativas” de las escuelas), las “boutiques” escolares, las papelerías y editoriales se benefician. Las instituciones de educación privada se ven moralmente eximidas para ofrecer descuentos en las colegiaturas.
2. Con horarios completos, los maestros de las instituciones educativas privadas cobran salarios también completos. Los acuerdos de solidaridad obrero-patronales se disipan sin los apoyos ofrecidos durante la crisis. Conviene a las administraciones y a los empleados magisteriales de las escuelas de paga.
3. Ocurre un efecto psicológico de liberación que parece beneficiar al Gobierno. La vuelta a la cotidianeidad relaja el nerviosismo y enfado que causa la reclusión obligada. Bajo la bandera de la decisión voluntaria, el riesgo de contagio y las medidas de prevención son asumidos por los propios padres de familia.
4. Los estudiantes pueden convivir entre sí y someterse a los procesos de aprendizaje en directo, donde el contacto humano tridimensional permite experiencias más profundas, menos limitadas y artificiales.
El riesgo de contagio sigue latente. Quizás acrecentado por las variantes del virus. Sin embargo, cabe la siguiente reflexión:
1. Los maestros y adultos a partir de los 18 años están vacunados en un porcentaje significativo. Se ha demostrado que el riesgo de fallecimiento se minimizó entre quienes fueron administrados de las dosis.
2. Nos hemos acostumbrado a las medidas básicas de prevención, tales como el uso del cubreboca, el agua y el jabón, el gel antibacterial y la distancia pertinente.
3. La presencia de un portador viral no condiciona necesariamente el contagio hacia terceros, si se practican las medias de prevención adecuadas.
4. Las escuelas provocan la apertura de la economía y la vivencia de las prácticas citadinas. El país no soportaría otro cierre general del comercio, el empleo o la inversión.
5. Declarado un virus endémico por la Organización Mundial de la Salud, el Covid-19 nos obliga a vivir bajo su latencia y adaptarnos a vivir con ello. Como antes el sida y otras enfermedades que aprendimos a reconocer.
La conciencia de asistir o no a las clases y la manera de hacerlo depende de cada familia y las condiciones de los centros educativos, bajo las limitaciones que la autoridad defina progresivamente, según los “semáforos”. Y los acuerdos de los gobernantes, la iniciativa privada, el magisterio y los ciudadanos “de a pie”.
Nadie está obligado a hacer lo que está en contra de sus convicciones.