CIUDAD DE MÉXICO. ¡Claudia Sheinbaum ocupa un lugar de privilegio entre la aceptación de su pueblo y los líderes políticos del mundo!
¡Estadista auténtica!
Es reconocida y valorada en su justa dimensión, a pesar de sus adversarios que se refugian todavía en los gobiernos del pasado y en sus odios frustrados que atacan con mentiras que deforman la realidad, añorando una nueva intervención extranjera y el retorno de Genaro García Luna, encarcelado en Estados Unidos por alta corrupción y servir al narcotráfico durante los mandatos del PAN y el PRI.
La memoria debe hacernos recordar el pasado, sin olvidar los excesos que empobrecieron a muchos y enriquecieron a pocos.
¡México navega entre el mar de la transformación!
Es la construcción de un nuevo régimen, no solamente un cambio de gobierno, ejerciendo el poder con justicia y honestidad.
Es el humanismo mexicano que ha llegado para quedarse.
Con ese signo atravesó Claudia Sheinbaum el acceso de honor de palacio nacional, ataviada con un vestido azul violeta con el pectoral rojo marrón y zapatos claros, mostrando su popularidad y aceptación de los mexicanos del 74% (7 de cada 10 mexicanos la aprueban), hasta llegar al templete frente a la puerta Mariana, donde brindó su mensaje a la nación por los 7 años del inicio de la transformación y la continuación de su consolidación. Estrechó manos y escuchó el buen augurio de más de 650 mil personas que abarrotaron la plaza de la constitución y calles aledañas.
La seguridad; la fortaleza del peso; el bienestar para los más pobres y la reducción de la pobreza; la dignificación de los pueblos indígenas; la riqueza alimentaria que debe hacerse realidad; el modelo económico con resultados palpables; la mejor distribución de medicamentos; el rescate de la democracia; el acabose de los privilegios y el abuso; la jornada laboral de 40 horas que ya se vislumbra; el combate a la corrupción e impunidad; el respeto entre los Poderes de la nación; la regulación de las concesiones, sin más privatización de los bienes del país; recuperar el agua nacional sin acaparamientos a través de la nueva reforma; el impulso a la educación, el deporte, la igualdad de género; el apoyo al campo y las rutas del bienestar; crecimiento de la infraestructura de salud, el reconocimiento internacional a la soberanía nacional; la recuperación energética y la regeneración de las carreteras; fueron algunos de los temas que recalcó, sin dejar de reconocer al expresidente Andrés Manuel López Obrador como el iniciador de la cuarta transformación.
Fue un mensaje fuerte, vigoroso, renovador, de más de una hora, que remarca a México como un país independiente que avanza derribando las barreras de los conservadores traidores a la nación.
La escucharon los gobernadores, entre ellos el de Puebla, Alejandro Armenta, en primera fila junto con Omar García Harfuch, los secretarios de la Marina y la Defensa Nacional, los representantes de los Poderes legislativo y judicial, el pueblo que la saludó, estrechó su mano y se tomó fotografías para tener un recuerdo de la primera presidenta en la historia de México.
El escenario impresionante, con la catedral como fondo inerte y alta significación religiosa.
