Uno de los trabajos de mi infancia, fue acarrear agua para las necesidades familiares. Primero, la tomaba directamente del río Mixteco, y después, de un pozo más cercano, utilizando dos latas mantequeras colgadas de un palo en los hombros, como lo han hecho, y lo siguen haciendo, millones de niños, niñas y mujeres en México y América Latina.
El agua que acarreaba la filtraba con una tela y la almacenaba en una tinaja de barro para nuestro consumo. Las latas de lámina metálica utilizadas se guardaban boca abajo “para que no se mojaran y oxidaran”. Ni mi familia ni yo, vimos en la lluvia la gran fuente de agua gratuita que sólo había que captar y guardar. La ignorancia es una causa de pobreza.
A pesar de las grandes necesidades de agua, actualmente seguimos viendo caer la lluvia, hacer destrozos y correr por los afluentes naturales sin conocer el valor que tiene. Aunque la necesitamos, no hay casa ni terreno o unidad productiva que no cuente con sistema de desalojo del agua a la calle o partes bajas a fin de evitar inundaciones.
Aunque tuve la fortuna de seguir estudiando, no encontré en los contenidos educativos de primaria, secundaria, preparatoria y universidad, información útil sobre la importancia del agua, la problemática y las opciones de solución existentes.
Por todo esto es que puedo afirmar que el agua, además de ser un líquido incoloro, inodoro, sin sabor definido, base de la vida y de todas las actividades del ser humano, fuente de riqueza o causa de migración y pobreza, es también un recurso natural invisible.
Sólo la podemos ver cuando tenemos sed, cuando falta para nuestras necesidades de aseo y alimentación, en las actividades productivas, o cuando nos inunda. También cuando nos llega el recibo del servicio o cuando después de ensuciarla afecta nuestra salud y contamina el medio ambiente.
De acuerdo con información de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en México llueven 1,588.8 kilómetros cúbicos (km
33
) de agua anualmente, pero el 71 % (1,064) regresa a la atmósfera por evaporación. El agua disponible es 424 km
33 más 48.4 km
33 que ingresan por el río Colorado y Bravo (Estados Unidos), y Río Usumacinta (Guatemala), dando un total de 472.7 km
33, aunque México debe ceder 0.432 km
33 a Estados Unidos, según el Tratado de Aguas Internacionales de 1944.
De los 472 km
33
disponibles, el escurrimiento superficial es de 378 km
33 (80%) y la recarga de acuíferos es de 92.62 km
33 (20%). Lo anterior representa una disponibilidad anual de 3,692 m
33 por habitante, proyectado al 2030. De los 378.87 km
33 del escurrimiento, se almacenan 150 km
33 en 5,163 presas y bordos, por lo que al final escurre a los mares 228.87 km
33.
En Puebla, llueven cada año 25 millones 496 mil 444 km
33
, de los cuales 18 millones 229 mil 957 km
33 regresan a la atmósfera por evaporación. El agua disponible o renovable es 7 millones 266 mil 487 km
33; el escurrimiento superficial es de 5 millones 813 mil 189 km
33 y 1 millón 453 mil 297 km
33 corresponden a recarga de acuíferos. Del escurrimiento superficial se almacenan 384 millones 588 mil m
33 en 5 principales presas del estado, en donde la de Valsequillo es la más grande con 300 millones de m
33.
Según las cifras disponibles, no hay falta de agua, pero nuestro problema realmente es de administración de la lluvia. Posiblemente, la única agua invisible sea la que se evapora y la que no hemos podido ver debido a la falta de una cultura del agua que debería de iniciar en la escuela.
El agua se evapora cuando cae en tierra desprovista de cubierta vegetal, falta de materia orgánica, deforestación y prácticas productivas inapropiadas; y, escurre cuando cae en zonas perturbadas por prácticas extractivas de recursos naturales, pastoreo incontrolado, compactación de terrenos de uso agropecuario o sistemas de cultivo que no ofrecen la cobertura del suelo por largos periodos. La vegetación es la ropa de la tierra.
La disminución de la evaporación de la lluvia y el aumento de su captación en el campo para restablecer los equilibrios hídricos, deberían ser motivo de políticas de investigación de los sectores académicos y científicos como base para el diseño e implementación de políticas públicas en los tres órdenes de gobierno.
La reforestación, las diversas prácticas de manejo de cuencas para captar el agua en las partes altas y, la agricultura de conservación con sus diversas prácticas agroecológicas, tienen un gran impacto para promover la infiltración y disminuir el escurrimiento para fortalecer la recarga de acuíferos, la productividad, el abasto de agua en centros de población y la disminución de inundaciones.
La captación de lluvia es la vía más inmediata para abastecer las necesidades de agua de las personas. Puede hacerse en zonas urbanas: en viviendas, escuelas, mercados, hospitales y clínicas, naves industriales, invernaderos, parques públicos techados, salones de fiestas; y también en el campo, a través de jagüeyes y represas para uso productivo.
La lluvia, el agua invisible o invisibilizada, es una gran fuente de soluciones a los problemas de nuestro tiempo.
