Alberto Jiménez Merino
A propósito del Día Internacional del Niño y el Día Internacional del Trabajo 2023, recordé algunos pasajes de historias de vida, que me permito compartir con mis dos amables lectores, relacionadas con el trabajo durante la infancia.
El trabajo fue parte inherente a la primera etapa de mi vida desde que tengo uso de razón. En el medio rural era muy común ayudar en las labores del campo y en la atención de las necesidades de la casa. Así sucedió en Tecomatlán, Puebla, en México.
Entre las labores del campo estaban cuidar a los animales utilizados en las tareas agrícolas para que pastaran desde las 4 de la mañana hasta las 6, momento en el que se ponía el yugo para jalar el arado y preparar la tierra, sembrar o realizar acciones de cultivo.
Se hacía a las 4.00 horas, porque en zonas de climas cálidos los animales tienen las mejores condiciones para alimentarse y porque las tareas del campo se realizan mejor en los periodos frescos de la mañana y la tarde.
Otras actividades que realizamos fueron preparar la semilla, arar la tierra, sembrar, hacer labores de cultivo, fertilizar, fumigar contra plagas y enfermedades, eliminar malas hierbas, deshojar la planta de maíz para guardar alimento para los animales, pizcar o recolectar la mazorca, cortar el rastrojo y guardarlo. Posteriormente, ya en la casa, secar las mazorcas y desgranarlas para obtener el maíz. La mayoría de estas actividades eran manuales, varias eran tediosas sin ser difíciles.
Con otros cultivos como el cacahuate, había que arrancar y despegar las vainas; y con el ajonjolí, cortar, amarrar en manojos, secar y sacudir para obtener los granos que después se limpiaban y encostalaban. En la sandía y melón, preparar la tierra, sembrar, regar, fumigar, cortar las frutas maduras, pesar y cargar a camiones.
Durante los últimos 5 días de enero de 1970, cuando realizaba el riego a un cultivo de sandía a las 4, en Xantoxtla,Tecomtlán, vi una estrella con una cola como de tres metros, según mi perspectiva. Hoy sé que era el cometa Bennett, descubierto por John Caister Bennett el 28 de diciembre de 1969, según Wilkipedia.
En tanto, para ayudar a las necesidades de la casa, se participaba en acarrear el agua para las necesidades familiares, algunas veces desde el Río Mixteco, y después desde un pozo más cercano a la casa. Otras veces, a las 5 de la mañana, me tocó llevar el nixtamal al molino para regresar con la masa a las 6 para que mi mamá pudiera hacer las tortillas.
También buscábamos leña como combustible para la cocina y algunas veces para vender a panaderos y obtener ingresos. Esta es una práctica común en zonas rurales como la fuente más inmediata de recursos económicos y razón del deterioro de la vegetación por no hacerse en forma sustentable.
Ser jornalero ayudando en labores agropecuarias a vecinos, aprovechar fibra de maguey para necesidades propias de cuerdas, o aprender a pescar circunstancialmente con el anzuelo del abuelo, también forma parte de la historia personal. La pesca de bagre fue una fuente de alimento y algunos ingresos para la familia.
Todo lo anterior se realizaba además de ir a la escuela, desde las 7.30 a.m. hasta las 3:00 p.m., porque se caminaba media hora de ida y media de vuelta. Las tareas de la escuela se hacían al terminar las labores del campo o la casa. No había electricidad, nos alumbrábamos con quinqués de queroseno que eran un bote de petróleo con una mecha de hilo que llamábamos pabilo.
Pero la escuela no abordaba ni antes ni ahora casi ningún problema o necesidad que vivíamos diariamente. Y no solo hablo del nivel básico, tampoco el nivel medio, ni la universidad agrícola, como Chapingo, lo hizo. Por eso sostengo que la escuela tiene tareas pendientes y el sistema educativo nacional no ha incluido las necesidades de las familias más pobres en sus contenidos educativos ni en las políticas de investigación.
Toda la narrativa anterior pudiera ser solo anecdótica para algunos sectores sociales. Pero la razón de exponerla tiene que ver con la creciente polémica del trabajo y explotación laboral infantil que se ha venido discutiendo a nivel mundial.
Según savethechildren.es, la explotación infantil es un término que incluye tanto el trabajo forzoso hasta la explotación sexual, el reclutamiento de niños soldado o la esclavitud doméstica.
A nivel mundial 85 millones de niños y niñas son víctimas de alguna forma de explotación infantil.
Estas son los tipos de explotación infantil que las políticas públicas para la infancia deben vigilar, atender y resolver desde las políticas educativas, culturales y de fomento económico para la sociedad.
En lo concerniente a la ayuda de los infantes a las tareas familiares, es muy necesario que éstas se sigan realizando como fuente de aprendizaje y exploración de vocaciones que permitan a los futuros ciudadanos construir un destino. Solo se aprende lo que se hace. Aunque entre los sectores sociales más desfavorecidos, esta práctica no es una elección.
Y, ante la reciente fecha, ¡felicidades a los 25 millones de niños y niñas de México!
Promovamos hábitos positivos, impulsemos un lenguaje creativo y digámosles lo que pueden llegar a ser.