A los egresados del Centro Obrero.
1.- Cuando niño allá en Itzocan, la vieja árabe -mi madre-, enaltecía la amistad que tenía con las “arribeñas” campesinas comerciantes que bajaban frutos y hortalizas de “pie de montaña” de Atlixco hacia la mixteca.
1.1.- En los lunes con ciruelas, manzanas de seda, peras, capulines, duraznos, priscos, chabacanos, los extraños membrillos, hartándome de ellos gracias a Doña Lucrecia, Doña Jovita, Doña Soledad, las cuales llegaban desde los domingos a dormir en mi casa, la de Doña Rosita Jop en Hidalgo # 12.
2.- Acapetlahuacan, Atlixcallan, Atlixco, años después acogíome con generosidad, dándome afectos y altas consideraciones como vecino, y ya padre de un hermoso vástago hubo que meterlo a la escuela primaria más cercana a mi domicilio.
2.1.- La señora madre del citado enano aspirante a ser adulto al paso de los años, lo inscribió en el Centro Obrero, ya en los días que eran escasos este tipo de lumpen proletariat (Carlos Marx), así que los hijos de los clase medieros de las tres clasificaciones: Baja, media y alta, dominaban los salones y el patio de recreo.
3.- Raúl López Torres me impactó con tres escenarios:
El primero, formó a sus alumnos en el zócalo para recibir al gobernador en turno, quince minutos antes del arribo del personaje, que haya sido. Las demás escuelas- incluso las particulares, lo hicieron dos horas antes en el rayo del sol.
El segundo, en la constitución del comité de padres de familia, obligó-nos-a tener plena -absoluta responsabilidad en resolver las carencias de la escuela para mejor enseñar a los educandos.
Y en el tercero, nos exigió atención con las visitas, juntas o reuniones para estar atentos al desarrollo conductual del alumnado.
4.- Así trabajó el Centro Obrero bajo su égida, durante décadas formando niños insumisos, disciplinados, atentos y buenos estudiantes.
5.- Su fallecimiento, su ida al más allá en un viaje sin retorno, nos obliga a los egresados de escuelas públicas a ser mejores vecinos, quizás hasta ciudadanos, pues provenimos de canteras inagotables donde trabajan por años los maestros, no profesores, no enseñantes, no trabajadores pedagógicos asalariados, sino educadores con aptitud y actitudes para crear idealmente comunidades no simples ciudades habitadas. Raúl soñó siempre con forjar futuros ciudadanos. Y lo logró desde su fortaleza que no trinchera.
NUESTRA CASA.-.La Iglesia de la Soledad, ubicada en la 2 sur y 13 oriente, destaca por sus múltiples actividades sociales. En Buena hora.
20-VIII-2019.
Lic. César Musalem Jop
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