El arzobispo católico sirio Yacoub Mourad fue prisionero del Estado Islámico. En Alemania, pide una “nueva Siria” y ayuda internacional ante las recientes masacres.
“¡Qué alegría tan grande cuando los presos fueron liberados y las cárceles se vaciaron!”, afirmó Yacoub Mourad. “Pero los días pasaron y las cárceles volvieron a llenarse, sobre todo, de alauitas”, dijo.
Mourad, de 57 años, es un clérigo católico sirio y, desde 2023, arzobispo de Homs, la tercera ciudad más grande de Siria después de Damasco y Alepo. Su reporte del destino de los alauitas, ahora encarcelados en la nueva Siria, tras la caída de Bashar al Asad, incluye detenciones arbitrarias, juicios sin derecho a defensa, y a veces incluso ejecuciones en el contexto de “ajustes de cuentas prematuros” y sin juicio previo.
El clérigo sirio visitó primero el Vaticano y llegó luego a la región rural del Eifel, en el oeste de Colonia, al monasterio de Steinfeld, invitado por la Conferencia Episcopal Católica Alemana. Entre otros temas, se habló de la situación de los cristianos en Oriente Medio. Los dramáticos acontecimientos de los últimos días, con las masacres de alauitas en el noroeste del país, cerca de la ciudad de Latakia, ensombrecieron el encuentro. “Desafortunadamente, hay una enorme brecha entre la retórica oficial de los gobernantes actuales y la realidad sobre el terreno”, afirmó el arzobispo.
Responsable de las masacres, el Gobierno de transición sirio
Mourad ve signos de “genocidio en las masacres de la minoría alauita. Y habla de un “acto criminal terrible”. Para él, el Gobierno de transición dirigido por Ahmed al Sharaa es responsable de ello.
Se quejó de la proliferación en el país de armas, que también llegan desde fuera. El clérigo mencionó explícitamente el papel de coculpabilidad de Turquía y pidió la prohibición de todas las manifestaciones armadas en el país.
Desde la llamada Primavera Árabe, una guerra civil se ha extendido en Siria durante muchos años. Millones de personas huyeron al extranjero y muchas vivieron el terror en su país de origen. Respecto a las atrocidades cometidas por los islamistas, el arzobispo no sólo informó de lo que ha oído, sino también de lo que él mismo ha sido testigo y superviviente. Y todavía sigue preocupado por los amigos que desaparecieron en 2015 y nunca regresaron.
Cuando Estado Islámico (EI) tomó el control de su región en 2015, fue “secuestrado y encarcelado en Raqqa”, afirmó. Después de casi cinco meses, logró “escapar en una motocicleta con la ayuda de un amigo musulmán”. Y gracias a la solidaridad de un grupo de musulmanes de la localidad de al Qaryatain, “pudimos liberar a todos los cristianos locales” que habían sido detenidos por el EI. “Este testimonio de hermandad y solidaridad tuvo un fuerte impacto en mí”, dijo.
Ayuda internacional de Naciones Unidas
Las descripciones de Mourad dejan clara la diversidad de religiones y etnias que han dado forma a Siria y han hecho que el país sea culturalmente rico. Se pronunció repetidamente contra la islamofobia, pero advirtió sobre el predominio exclusivo del islam sunita. Respecto a las masacres de alauitas, también dijo que “tal vez todavía quede mucho más por venir”. “Necesitamos el apoyo de Naciones Unidas”, subrayó varias veces Mourad.
Los obispos católicos compartieron los temores ante la reciente escalada. “Estamos conmocionados por lo que está sucediendo”, dijo el arzobispo de Paderborn, Udo Markus Bentz.
Las declaraciones de al Sharaa sobre el respeto a todas las minorías “eran palabras vacías, al menos hacia la minoría alauita”. Las imágenes y noticias de las masacres en la zona metropolitana de Latakia lo dejaron sin palabras, aseguró Bentz y advirtió que es necesaria una “respuesta política internacional”.
Una “nueva Siria”
Mourad quiere una rápida reforma constitucional en Siria y elecciones presidenciales libres bajo la supervisión de la ONU. Y espera que muchos de los que abandonaron Siria regresen. Esto también se aplica a los médicos sirios que trabajan en Alemania. Pero no se puede obligar a nadie a vivir en tiendas de campaña.
El sacerdote católico apuesta por el diálogo local y la coexistencia de jóvenes de diferentes religiones: musulmanes, alauitas y cristianos.
“El régimen de al Asad ha intentado repetidamente poner a la gente unos en contra de otros”. A pesar de todo el dolor, también se puede sentir el amor de Mourad por Siria y su rica cultura. “No te puedes imaginar la sed de cultura que tiene la gente”. Necesitan teatro, música, arte y exposiciones. “Teníamos tanta riqueza de la que generaciones enteras no tienen ni idea”.