En el lado oscuro del espectáculo, muchas estrellas han caído en adicciones y muy pocas han sido sinceras sobre cómo han salido de ese infierno. La leyenda de la comedia, Benito Castro, recientemente habló sobre cómo pasó de consumidor de drogas a un actor en rehabilitación, y cómo esto repercutió en su relación con su compañero, el conductor Paco Stanley.
Benito Castro cuenta con una trayectoria de 58 años en la que también ha destacado como músico y compositor, apareció en varias películas de la Época de Oro del cine mexicano y fue estrella de cine y programas de televisión. El “Papiringo” es uno de sus personajes más entrañables y que aparecía en la serie La Güereja y algo más junto a María Elena Saldaña.
Cuando formó parte del cuarteto Hermanos Castro en la década de 1960, tuvo la oportunidad de conocer a Paco Stanley, quien también comenzaba a formarse una carrera propia como cómico.
Se hicieron grandes amigos fuera de los escenarios y después comenzaron a colaborar juntos cuando Paco invitó a Benito a participar en sus programas, desde ¡Ándale! hasta ¡Pácatelas!, con la conducción de Stanley y los acompañamientos musicales de Castro.
La amistad forjada dentro y fuera de pantalla también los alcanzó en las adicciones, según dijo Castro en una reciente entrevista con Adela Micha. “Querían esconder el hecho de que… pretendían esconder el hecho de que Paco era adicto; por eso, entre chiste y en serio dije ante el Ministerio Público (en el interrogatorio tras el asesinato del conductor) cuando me preguntó si Paco me daba cocaína a mí, le dije ‘no, yo le daba a él’, yo siempre consumí”.
De acuerdo con Castro, este consumía cocaína todos los días desde temprana hora, pero un día que su esposa llegó al vestuario donde se preparaba —no especifica si en los estudios de Televisa o en el teatro—, tuvo que abstenerse de consumir.
“Al otro día apliqué la de AA, pero por curiosidad, ‘a ver qué pasa, nomás por hoy’, y así cumplí dos años, ‘nomás por hoy’, no quería decirle a mi esposa porque nunca me creyó que le decía que ya la había dejado, hasta que cumplí dos años, le dije ‘llevo dos años’, ‘ay, chuchu…’, ‘llevo dos años, ya no te estoy diciendo que la voy a dejar, llevo dos años que la dejé, ¿quieres ver mi clavo?, ven’ y fui y la saqué, y ya estaba toda chiclosa, ya había valido madre, pero era un buen”, recordó el comediante.
Este decisión fue clave también para dejar otro vicio, el consumo en exceso de alcohol, que comenzaba a fracturar su salud y, por ende, su amistad con Stanley. “El alcohol lo tuve que dejar porque con Paco me creció el hígado dos veces, dos puntos, dos grados, y el doctor me dijo ‘tienes una hepatitis por fatiga de hígado, estás a punto de la cirrosis y no hay nada para eso’; ok, tuve que dejar de chupar”.
Ya sin “aficiones” comunes, Benito comenzó a cambiar sus actividades que comenzaron a alejarlo de Paco. “Yo disfrutaba, lo disfrutaba con él y me reía mucho, lo hacía reír mucho, entonces gozábamos a toda madre, nos la pasábamos muy bien, pero ya no pude seguir tomando y eso me alejó un poco de Paco, ya no me podía quedar en las noches, en la oficina, porque me decía ‘date un toque, y te vomitas’, y sí, nomás la olía tantito y me iba a vomitar, no aguantaba tanto”, le contó a Micha.
Ambos mantuvieron su amistad pero la relación laboral concluyó poco antes de iniciar el nuevo milenio, cuando Benito aceptó trabajar con la competencia, TV Azteca, en nuevos proyectos y para alejarse del veto que Televisa le impuso por hablar de más.
Poco tiempo después y tras décadas en Televisa, en 1999 Paco Stanley dio el salto a la competencia en TV Azteca con el programa Una tras otra, donde era acompañado por Mario Bezares y Jorge el Güero Gil.
El 7 de junio de 1999, luego de acabar la emisión del día, el trío salió e hizo una parada en el restaurante El charco de las ranas, al sur de Ciudad de México. Poco después de haber pagado, Stanley y Gil se dirigieron a la camioneta que los trasladaba y Bezares pasó al baño. Mientras lo esperaban, un hombre se acercó al vehículo y abrió fuego contra los pasajeros.
El conductor recibió cuatro impactos y murió instantáneamente. Gil resultó lesionado.
23 años después, quién o qué motivó el ataque sigue siendo un misterio, pero se ha culpado al propio Bezares del crimen y de supuestas deudas con el narcotráfico. En el peritaje médico, se encontraron restos de cocaína en el cuerpo del conductor.