Había una vez en un paraíso no muy lejano, un país llamado Mexicapan en donde todo era fraternidad, amor, crecimiento, desarrollo y productividad sustentable. Todos gozaban de una gran salud, no había corrupción, había gran civilidad y cortesía entre los habitantes que un día sustituyeron los balazos por abrazos y todos vivían felices. No había más de 100 mil homicidios en los últimos 3 años.
Todas las necesidades y problemas nacionales eran atendidos con gran conocimiento y prontitud, se había terminado con la burocracia de administraciones malvadas, corruptas e ineptas y ahora todo era agilidad en la atención de la población como nunca antes. No se posponía nada para el 2022 o para el 2024, todo era atendido de inmediato.
Había una real separación de poderes. En el poder legislativo, se hacían todas las modificaciones que fueran necesarias a las iniciativas del ejecutivo, para no dejar fuera ninguna necesidad de algún sector, aun siendo minoritario. En el poder judicial no se admitía ninguna injerencia o sugerencia de nadie, que fuera contraria a la ley y al derecho.
En Mexicapan, había un sistema de salud muy bien integrado y fortalecido. No faltaban nunca los medicamentos para los cuadros básicos de enfermedades, ni de aquellas consideradas crónicas. No hubo 296 mil muertos por la pandemia COMID que azotó a un país cercano y a muchos países de otros paraísos.
Los apoyos para la reactivación económica después de la pandemia COMID se dieron en forma ágil y suficiente para que todos los sectores económicos, las pequeñas y medianas empresas, y todos aquellos actores económicos no tuvieran ningún problema de recuperarse. No hubo pérdida de empleos ni quiebra de miles de empresas como en otros países.
También había políticas y presupuestos para todas las necesidades en materia de alimentación. La seguridad alimentaria estaba garantizada, no se dejaron de sembrar 2.8 millones de hectáreas en los últimos 3 años, ni las importaciones de maíz y granos subieron 14 por ciento en volumen y 64 por ciento en valor, como sí sucedió en otro país lejano.
La gente de Mexicapan ya no tuvo que migrar porque tenía muchas oportunidades y apoyos para arraigarse, contrario a lo sucedido con países vecinos donde la migración se incrementó y el envío de remesas a sus familias se aumentó como nunca, siendo un gran alivio a sus economías debilitadas.
El precio de la tortilla no varió y eso permitió que el aumento del salario mínimo alcanzara para comprar 2 kilogramos más por persona. La inflación general no se incrementó ni amenazaba con aumentar como ocurría ya con países líderes de paraísos cercanos y lejanos.
Había apoyos suficientes para fomentar la agricultura, la sanidad e inocuidad, capacitación y asesoría técnica, así como el fomento productivo, la mecanización agropecuaria, la tecnificación de riego, la agricultura protegida, orgánica y de conservación, y no se priorizaban apoyos de carácter asistencial, que sí ayudan momentáneamente pero que no resuelven la pobreza si no se acompañan de fomento productivo.
Mexicapan era ejemplo en atención de desastres naturales. Todo fenómeno era prevenido y atendido de inmediato con recursos suficientes para todos los afectados. No había la más mínima intención de hacer un uso electoral de los apoyos otorgados.
En materia ambiental, no había ningún problema de falta de agua para los diferentes usos de la población ni para las actividades económicas. Se trataban y reusaban todas las aguas residuales y los ríos eran transparentes, las playas de los mares siempre muy limpias, grandes inversiones en el sector eran el distintivo de la política hídrica.
Los suelos eran muy fértiles, con grandes contenidos de materia orgánica, que no requerían de crear programas de apoyo con fertilizantes para producir. Además de buenas cosechas, esa fertilidad servía para guardar más agua de lluvia y recargar los manantiales. Los bosques retenían la lluvia y evitaban inundaciones en las partes bajas.
Las carreteras de Mexicapan siempre estaban bien cuidadas con su mantenimiento oportuno. No había problemas de baches en las calles de las ciudades ni problemas económicos de los municipios para realizar esas labores. Había suficiente presupuesto para pagar nóminas y ninguno se quejaba por no tener para los aguinaldos de fin de año.
Todas las poblaciones alejadas de las ciudades y cabeceras municipales contaban con internet y no había ninguna queja por no poder conectarse a las clases a distancia que el sistema educativo estableció por la pandemia COMID.
Las necesidades nacionales de Mexicapan, eran muy bien conocidas por sus gobernantes que, además, tenían la voluntad y el compromiso de atenderlas.
Y, en este paraíso, nunca mezclaban la ideología con su actuar, porque las necesidades de la gente no tienen ideologías ni colores.