Según el más reciente modelo de tránsito del sistema educativo escolarizado, elaborado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), en México de cada 100 niños inscritos inicialmente, terminan la primaria 95, la secundaria 78, el bachillerato 53 y la licenciatura 26 (María Cabadas, El Universal 2022)
Diversos expertos señalan que la falta de recursos económicos y el desinterés de autoridades educativas en este fenómeno social, son las principales causas del abandono escolar que no es nuevo pero que se ha acentuado durante y después de la pandemia COVID19.
Los 26 jóvenes de cada 100 niños inscritos a primaria que sí logran terminar la licenciatura, todavía tienen que lidiar con trámites lentos y costosos para la titulación y la búsqueda de oportunidades laborales para las que, la falta de experiencia es el mayor argumento en contra.
Para quienes terminan una carrera universitaria se han señalado deficiencias en la falta de práctica, exclusión del sistema educativo nacional respecto a la problemática y necesidades de las familias más pobres, contenidos educativos desvinculados de realidades socioeconómicas, ambientales y demandas regionales.
Problemas como la pobreza, la contaminación ambiental, la pérdida de recursos naturales, la obesidad y el sobrepeso, la delincuencia o el deterioro de la política, tienden a agravarse o normalizarse por la ausencia de educación financiera, alimentaria, nutricional, ambiental, cívica y ética en los contenidos educativos.
Solo recuperando la planeación nacional, abandonada en los últimos sexenios, y formando recursos humanos, líderes para la atención de los problemas actuales, es como podremos salir del estancamiento cada vez más perceptible; y, si no podemos enseñarles nada a nuestros niños y jóvenes, por lo menos hay que decirles lo que falta por hacer, lo que pueden lograr y lo que pueden llegar a ser y hacer por México.
La prevención y atención del abandono escolar debiera tener un lugar prioritario en la política educativa nacional porque representa la cancelación del futuro de millones de mexicanos y la certeza de un mayor subdesarrollo con subempleo, inseguridad pública, migración, deterioro ambiental, mayor pobreza y desigualdad social.
No hay un mejor regalo que podamos dar a la república, que la capacitación de nuestros jóvenes, dijo Marco Tulio Cicerón hace algunos siglos.
Los niños y jóvenes son los ciudadanos de mañana, los líderes, dirigentes y gobernantes del futuro. No los engañen más con decirles que son el presente, porque ya ni los de kínder lo creen.
El sistema educativo nacional, con las limitaciones señaladas, algo hace por quienes continúan la vida de la escuela y terminan la licenciatura. Pero muy poco hace para 74 de cada 100 cien niños que se inscriben a primaria y se van quedando en la escuela de la vida al abandonar estudios.
No obstante que se reconocen más de 200 trabajos manuales y existe una Ley Federal de Artes y Oficios, no existe una política nacional que atienda a la población que está abandonando la escuela. Hay algunos esfuerzos tímidos en varios estados del país a través de los institutos de capacitación para el trabajo, sin recursos y sin la cobertura que el problema amerita. Los talleres de muchas escuelas han ido desapareciendo por falta de recursos.
No veo que se atienda este problema en las políticas públicas nacionales ni estatales, tampoco lo veo en las plataformas políticas de los partidos o por parte de los legisladores actuales.
Y si no hay forma de apoyar mejor la educación escolarizada porque aún no somos capaces de ponernos de acuerdo en cual Reforma Educativa es la buena, entonces mientras fortalezcamos la educación no escolarizada antes que nuestros niños emigren al extranjero o se incorporen a la delincuencia, como destinos inmediatos.
Es probable que algunos se deslumbren con el sueño americano al ver que en el último mes las remesas enviadas por nuestros paisanos radicados en Estados Unidos, superaron los 5 mil millones de dólares (MDD) y están ya por encima de los ingresos petroleros del país.
Pero la pobreza, el deterioro ambiental, la inseguridad, la confrontación social, la división entre mexicanos y la desesperanza, siguen creciendo.
Los niños y jóvenes de hoy, nuestros hijos, son nuestra continuación en la tierra. Según Stephen Covey solo tenemos una oportunidad de prepararlos para un futuro que nadie puede predecir.
¿Qué estamos haciendo con esa única oportunidad?, es la pregunta que deberíamos hacernos todos.