Es Rea, progenitora de Zeus y Poseidón, a la que atribuyen los historiadores ser el símbolo inspirador del día de las madres. Los griegos no la adoraban como diosa olímpica, sino como un ser dador de vida que merecía perpetuamente homenajes, regalos y estatuas en su honor.
Los romanos idolatraban a Cibeles como equivalente de Rea.
¿Por qué esta breve introducción?
Los mexicanos se aprestan a celebrar el Día de las Madres el próximo domingo en plena cresta del Coronavirus.
Para unos, no importa si se extienden los contagios o crece el número de muertos o hay reclamos del gobierno.
Para otros, la pandemia no existe, es un invento.
En muchos casos es importante guardar la sesentena y cumplir con los protocolos que impone la emergencia sanitaria, porque en eso dpende la vida de hombres, mujeres y niños. Festejar a la madre debe estar más allá del consumismo, de una simple costumbre o de una copia, en plena edad contemporánea, del invento de la norteamericana Anna Jarvis, quien luchó hasta que el Presidente Woodrow Wilson firmó una resolución para que el Congreso reconociera el 12 de mayo de 1914 como el Día de la Madre, en honor de las mujeres fallecidas en la Guerra de Secesión.
Y, sin embargo, fue la misma Anna Jarvis, antes de morir, la que inició una nueva campaña para desacreditar la conmemoración, puesto que la jornada se volvió negocio.
Actualmente, en Estados Unidos se gastan alrededor de 25 mil millones de dólares en comprar regalos, tarjetas y flores a las mamás.
En México, la celebración cobró forma, inspirado en Estados Unidos, a través de una convocatoria que lanzó el 13 de abril el Periodista Rafael Alducin, desde las páginas Excélsior, periódico que él fundó. Esto sucedió en 1922 con el apoyo del Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, reforzando los valores y principios morales en torno a la madre. Gobernaba el país Álvaro Obregón y fue el 10 de mayo de ese año que se festejó por primera vez.
Fue hasta 1944, durante el mandato de Manuel Ávila Camacho, que fue colocada la primera piedra del Monumento a la Madre en la Ciudad de México, entre las Avenidas Reforma e Insurgentes, siendo el Presidente Miguel Alemán Valdés el encargado de inaugurarla en 1946.
Pocos recuerdan que Rafael Alducin fue poblano, nacido en Ciudad Serdán. Hijo de familia acaudalada compuesto por sus padres Rafael Alducin Quintero e Isabel Bedoya Rossainz Huerta. Era bisnieto del insurgente Juan Nepomuceno.
No sólo fue Periodista, también empresario con estudios en Puebla capital en el Liceo Fournier, el Colegio Inglés y el Colegio del Estado. De ahí partió a la Ciudad de México para crear Excélsior, la Revista de Revistas y Jueves de Excélsior que muchos alcanzamos a ver.
Lamentablemente murió siendo joven, a los 35 años de edad.
La historia, aunque sintetizada, podría hacernos comprender la importancia que tiene la madre en el contexto cultural; es la raíz de la humanidad. No obstante, los tiempos actuales obligan a guardar sensatez y conciencia. La madre es para siempre; vivirá eternamente en el corazón y conciencia. Quienes guardan la fortuna de tenerla en vida, consérvenla, adórenla, cuídenla, celébrenla todos los días, no solamente el 10 de Mayo.
Quedarse en casa en plena pandemia, es procurar su bienestar y el bienestar de la familia. El festejo es igual de importante.
Estar con mamá en casa, es preservar la vida.
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