La tarde del jueves 3 de marzo de 2005 se registró uno de los asesinatos más crueles y cobardes de los que se tenga memoria en Puebla, el de la catedrática de la Facultad de Contaduría Pública de la Universidad Autónoma de Puebla, Isabel Doger Corte, hermana del entonces titular del Organo Fiscalizador del Estado, José Doger y prima-hermana del que fuera presidente municipal de Puebla, Enrique Doger Guerrero, cometido en el interior de la casa de la víctima, en 22 oriente 2408 casa número 2 de la colonia Xonaca. 15 años después el crimen sigue siendo un misterio y uno de los sospechosos, el reportero deportivo de Televisa Puebla, Martín Quintanilla, parece que la tierra se lo tragó…HOY EN Reflexiones RADIO, a través de Tunein ICI Radio, Facebook e Instagram.
Sólo un sujeto identificado como Juan Marín Chagoya -supuesto ex-policía judicial y también vecino de Xonaca- fue detenido y encarcelado durante un tiempo por su presunta responsabilidad en la autoría material del homicidio. El Ministerio Público no pudo comprobar su culpabilidad en el crimen de la mujer de 48 años de edad.
Sin embargo; hubo otros dos sospechosos, el primero para la Procuraduría de Justicia del Estado y era el yerno de la víctima y joven reportero –primero en llegar a la escena del crimen- sobre quien pesa una orden de aprehensión que no fue ejecutada porque simplemente la policía judicial no ha descubierto en donde se oculta, paradójicamente, bajo una supuesta protección de los propios hijos de Isabel Doger Corte, quienes lo consideran inocente.
Y, el segundo, para los hijos de la agraviada, un individuo identificado como Vicente Enciso Tehutli, ex-pareja sentimental de la catedrática, quien presuntamente habría estado esa tarde en la casa de la víctima y por otros detalles precisados por la familia y que expondremos más adelante. Este sujeto recibió el amparo de la justicia federal para no ser detenido.
HECHO HORRENDO
Pero remontémonos a ese fatídico 3 de marzo del 2005 cuando Isabel Doger salió por la mañana hacia su trabajo con el que cumplió como lo hacía todos los días. Después, ya no se supo de ella durante varias horas, lo que no preocupó a su familia porque era jueves, el día que la señora designaba para comer en la calle.
Fue hasta después de diez de la noche cuando su cadáver quedó al descubierto dentro de su hogar. La maestra había sido torturada y asesinada a golpes y asfixiarla con una bolsa de plástico que aún tenía en la cabeza. Todo esto, sin que nada de valor fuera robado, ni siquiera su automóvil Volkswagen Jetta.
Durante la tarde del día siguiente, la malévola procuradora de justicia del estado, Blanca Villeda Martínez, dio a conocer en conferencia de prensa que se había iniciado la inspección en el lugar de los hechos; se tomaron muestras de cómo estaban las cosas y de manchas de sangre.
CARTA A MONSIVAIS
Un año después del crimen, concretamente el 7 de marzo de 2006, uno de los hijos de la víctima, Gibran Etcheverry Doger, envió una carta al escritor Carlos Monsiváis en la que relata las presuntas irregularidades cometidas hasta ese día en el caso.
Lamentó en esa misiva que la procuradora hubiera declarado pública e inmediatamente que el asesinato de su madre tuviera tintes pasionales y que la antigua pareja de la catedrática, Vicente Enciso Tehutli, fuera citado sólo en una ocasión y que después ya no fuera investigado. “Esta persona fue quien visitó a mi mamá en la casa de ella el día 3 de Marzo de 2005, lo que fue confirmado por vecinos que vieron a ese hombre ingresar a la casa”, precisó el vástago.
Durante los días posteriores al asesinato, familiares y amigos cercanos de la agraviada fueron sometidos a interrogatorios y a Martín Quintanilla se le hizo la prueba del polígrafo (detector de mentiras). Fue entonces cuando la hija mayor se comunicó con su tío materno, el alcalde Enrique Doger, para solicitarle su apoyo sobre todo por el temor de que Quintanilla fuera encarcelado.
El edil aconsejó que ya no se presentara en la procuraduría porque existía la posibilidad de que lo detuvieran, según fue afirmado por los mismos hijos de la universitaria, quienes también aseveraron públicamente que, sorpresivamente, al día siguiente el alcalde les llamó desde la oficina de Blanca Villeda Martínez, para indicarles que se presentara Quintanilla, pues él les aseguraba que no sería arrestado, aun así no se presentó por miedo a la prisión.