Los zopilotes que han querido adueñarse de la rectoría de la BUAP desde hace varios ayeres, echan leña al fuego aprovechando la confrontación de la institución con la Auditoría Superior del Estado.
Poco les importa la estabilidad de la máxima casa de estudios. La quieren ver incendiada y que el oscurantismo retorne.
La BUAP no se opone a ser auditada, sólo pide respeto a su autonomía y a la legalidad.
Que cumpla su trabajo la ASE, pero sin rebasar sus atribuciones. No debe jugar nuevamente el papel de verdugo como lo hizo durante los gobiernos de Rafael Moreno Valle y Antonio Gali Fayad.