Luis Enrique Quintero
De nuestro Archivo del Crimen privado separamos para este número el siguiente caso, uno de los más cobardes y escandalosos hechos que se recuerden en Puebla:
La noche del 20 de diciembre de 1972 se recibió esta llamada telefónica en la redacción del viejo diario La Opinión: “Don Manuel, mataron a Enrique, fue aquí frente a la casa, cuando llegaba lo esperaban pistoleros y lo mataron, venga usted por favor”.
Era la voz del doctor Guillermo Cabrera Candia que, entre llantos y gritos, alcanzaba a decir al director del periódico, Manuel Sánchez Pontón, que acababan de asesinar a su hijo, el líder estudiantil Enrique Cabrera Barroso.
Incrédulo, el decano de la prensa le respondió “No es posible, lo acabo de ver aquí en el periódico y estuvimos hablando”. Pero, al darse cuenta de la gravedad del asunto, Sánchez Pontón salió de las oficinas para abordar su automóvil y dirigirse a la casa de Enrique Cabrera que era la de sus padres, en las calles 59 poniente y 3 sur de la colonia Bugambilias, en donde aún alcanzó a ver como el inerte cuerpo de Cabrera era sacado de la vivienda por personal forense.
Y es que la sorpresa de Sánchez Pontón, (fallecido recientemente), era entendible pues alrededor de las 8 de la noche Enrique Cabrera estuvo en el centro de la ciudad, pasó por unas tortas compuestas con la popular “Meche”, en el Portal Juárez, y luego caminó hacia La Opinión, en 2 norte número 2, donde su compañero de luchas lo regañó por andar solo y de noche sabiendo que podían detenerlo y encarcelarlo pues existía una orden de aprehensión mandada por el entonces gobernador Gonzalo Bautista O´farril, principal sospechoso de ese crimen.
Se había perpetrado el cobarde asesinato del ingeniero Enrique Cabrera Barroso, destacado líder estudiantil de la Universidad Autónoma de Puebla; luchador social de orientación liberal, progresista y juarista, quien también participó en batallas a favor de vendedores ambulantes, obreros, amas de casa y en general las clases desprotegidas, lo que le trajo serios conflictos con el gobierno, el clero, los empresarios y la “gente decente”. En una palabra, toda la ultraderecha.
47 años después, el asesinato continúa impune, como sin castigo sigue también la muerte de otro valiente líder estudiantil de la misma época, Joel Arriaga Navarro, quien fue asesinado exactamente 5 meses antes y casi a la misma hora e incluso en la misma forma, el 20 de julio de 1972, alrededor de las 22 horas, cuando iba a bordo de su automóvil y fue interceptado por un grupo de pistoleros que lo acribillaron en las calles 24 norte y 4 oriente.
En ambos casos, desde entonces y hasta la fecha, se resume que se trató de crímenes de estado en los que se confabularon, desde otros cobardes y traidores universitarios (sobre todo dos de ellos) que después fueron rectores de la UAP, hasta el ex presidente Luis Echeverría Alvarez y el secretario de Gobernación federal, Mario Moya Palencia, pasando por el gobernador Gonzalo Bautista, jefes policíacos, miembros del FUA (Frente Universitario Anticomunista) y hasta el clero.
Se pensó en aquel tiempo que peligraba la vida de los cabecillas del grupo comunista: Luis Rivera Terrazas y Alfonso Vélez Pliego, a quienes el gobernador Gonzalo Bautista había declarado la guerra.
Después se supo que tanto Rivera Terrazas como Vélez Pliego, se reunían en secreto con Gonzalo Bautista, en la casa del director del INAOE, Guillermo Haro, en Tonanzintla, (donde se encuentra el gran telescopio milimétrico) y donde convivían por horas, disfrutando de manjares y degustando finos vinos.
Cabrera nació en Puebla el 8 de febrero de 1938 y primero estudio en el jesuita Colegio Oriente. Posteriormente, en 1957, entró a la escuela de Ingeniería de la UAP y desde entonces vinieron muchas luchas estudiantiles, políticas y sociales que le trajeron graves represalias, primero su encarcelamiento en dos ocasiones y, finalmente, su asesinato.
Fundó el Frente Universitario Nacionalista, apoyó lo mismo movimientos contra el alza en tarifas telefónicas que en defensa de los ferrocarrileros, vendedores ambulantes, amas de casa y los lecheros (boteros) que se oponían a que únicamente se vendiera al público leche pasteurizada, pues con esa iniciativa del entonces gobernador Antonio Nava Castillo, en 1964, serían aniquilados y los ricos ganaderos fortalecidos.
En 1961 se libraba una batalla en Puebla en contra de una indiscriminada alza en el servicio telefónico que entonces era propiedad de inversionistas suecos, con Hugo Gunnar Beckman como gerente, quienes, desde entonces, limitaron a diez el número de llamadas y a veinte en el servicio comercial, para cobrar todas las demás que se pasaran de esa cifra. En esa lucha participaban, entre otros, Enrique Cabrera y el director de La Opinión, quienes fundaron el comité cívico de acción social (CCAS)
Después, vino una lucha histórica en la ciudad de Puebla por la universidad pública, en la que se involucraron casi todos los habitantes que se colocaron, unos en el bando liberal y, otros, en una minoría formada por el clero y la iniciativa privada encabezados, éstos últimos, por el arzobispo Octaviano Márquez y Toriz y por el empresario Abelardo Sánchez Gutiérrez.
Cabrera estuvo recluido en la cárcel municipal de San Juan de Dios, del 14 de junio de 1961 al 22 de agosto de 1962 y, la segunda ocasión, en noviembre del mismo año. El 2 de octubre de 1968 fue detenido en la ciudad de México y llevado al Campo Militar Número Uno, junto con otros estudiantes, después de la masacre de Tlatelolco. También fue candidato a diputado por el Frente Electoral del Pueblo, partido sin registro. El 21 de noviembre de 1971 fue nombrado jefe del Departamento de Extensión Universitaria.
En la UAP, la lucha continuó durante seis meses más hasta el triunfo de los liberales y la derrota de los “Fúas” que aún permanecieron varios años más dentro de la máxima casa de estudios, pero ya sin ninguna fuerza, hasta que en 1973 se fundó la UPAEP (Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla), de tendencias clerical, derechista y conservadora.
No obstante, en enero de 1973, un grupo de estudiantes fúas, encabezados por Luis Paredes Moctezuma (considerado el presidente municipal –PAN- más corrupto, inepto, impune, cínico y demente que ha tenido Puebla) irrumpieron en el salón de actos de la escuela de Derecho de la UAP disparando contra todos los presentes y matando al estudiante de leyes, Josaphat Tenorio e hiriendo a otras seis personas.
Durante el sexenio de Vicente Fox fue creada la fiscalía especializada en la investigación de los crímenes del pasado, a cargo de Ignacio Carrillo Prieto, pero de poco o nada sirvió, pues asesinatos como los de Joel Arriaga y Enrique Cabrera, continúan hundidos en la impunidad, donde han permanecido durante los últimos 47 años. Veremos ahora que pasa en el gobierno de López Obrador.