Archivo del Crimen
Luis Enrique Quintero
Los periodistas poblanos Manuel Sánchez Pontón y Fernando Alberto Crisanto se salvaron de morir en el Hotel Regis de la Ciudad de México que quedó convertido en escombros durante el terremoto de 1985 que devastó la ciudad de México y que oficialmente provocó la muerte de 10 mil personas, pero hay versiones de que la cifra superó fácilmente los 100 mil.
SÁNCHEZ PONTÓN
La tarde del 18 de septiembre de aquel fatídico 1985, don Manuel, decano de la prensa nacional y en ese momento director del Diario La Opinión de Puebla, había aceptado la invitación a comer en un restaurante de la zona rosa por el entonces aspirante a la gubernatura del gobierno de Puebla por el PRI, Mariano Piña Olaya.
Nos cuenta el viejo periodista (92 años de edad y actualmente articulista de El Heraldo de Puebla) que después de varias horas de haber estado hablando de política y conviviendo con un sabroso coñac que dejó vacías dos botellas, se despidió de Piña Olaya quien después, para desgracia de nuestro estado, llegó a la gubernatura.
Ya eran altas horas de la noche y don Manuel, para no regresar a la ciudad de Puebla, decidió pasar la noche en el legendario Hotel Regis, ubicado sobre avenida Juárez, a un costado de la Alameda Central, establecimiento en el que se hospedaban políticos de mediano y alto nivel y los más destacados artistas de México y el extranjero.
El Regis fue testigo silencioso de acuerdos políticos del más alto nivel, de las primeras noches que Frank Sinatra y Ava Garner pasaron como marido y mujer. Los pasos de Edith Piaf, quien corría para ver el segundo show de Agustín Lara, quedaban marcados en el eco del lobby.
Ahí junto funcionaba el icónico centro nocturno “Capri” donde Adalberto Martínez Resortes dejaba sorprendidos a sus admiradores con sus fabulosos pasos de mambo a ritmo de Pérez Prado y por donde pasaron las más cotizadas vedetes.
Cuando Sánchez Pontón estaba frente a las puertas del Hotel Regis recordó que Amparo, su esposa, (fallecida recientemente) era sumamente celosa y seguramente pensaría que si don Manuel no llegaba a casa habría pasado la noche en otra compañía.
Entonces reaccionó, buscó un taxi y le dijo al ruletero que lo llevara a la terminal de autobuses Tapo donde abordó un ADO que lo trajo, ya de madrugada, a la Angelópolis. A la mañana siguiente, el periodista se enteró por el radio que un terremoto había destruido completamente el Regis.
CRISANTO
Lo vivido por Crisanto fue mucho más peligroso y una aventura que ahora forma parte de una historia impactante dentro de la que, milagrosamente, se salvó de morir.
De acuerdo con lo relatado por su entonces compañero de trabajo en una estación de radio de la Avenida Juárez, Fernando Canales, el día anterior al sismo había acudido a un evento a la ciudad de México y tuvo que pasar la noche en la capital del país, precisamente en el Hotel Regis.
El periodista se encontraba dentro de su habitación y se alistaba para salir cuando empezó el terrible temblor que lo llevó a la decisión de abandonar rápidamente de las instalaciones que ya se estaban viniendo abajo. Caminó sobre una barda para luego brincar a la marquesina y luego saltar hacia la banqueta, eso sí, sin soltar su pequeña maleta.
El día de ayer se cumplieron 33 años de aquel terremoto que nos marcó para siempre y que hizo ver una vez más, como en otros hechos históricos, la grandeza del pueblo de México.
Hace un año, extraña y sorprendentemente durante el mismo mes y el mismo día (19 de septiembre) se registró otro sismo que provocó la muerte de cerca de 400 personas, sobre todo en la ciudad de México. Unos días antes ya había temblado con grandes daños en la zona del Istmo de Tehuantepec y en Puebla.