“Todo está tranquilo” esa fue la declaración del presidente municipal de Amozoc, Severiano de la Rosa Romero, cuando le preguntaron sobre losascendentes niveles de inseguridad en su demarcación. La frase fue errática, reprobable einsensible, pero sobre todo fuera de lugar porquereleva que el señor -como otros alcaldes- vive en su jaula de oro y demuestra lo alejado que está de la población.
El edil que “gobierna” el citado municipio por herencia de su hermano Mario, tuvo el descaro de presentarse el viernes pasado en el informe regional que la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, rindió en la capital de Puebla. A sabiendas de que, tras las desapariciones, atentados contra su secretario de seguridad y la colocación narcomantas iba a ser blanco de los cuestionamientos de la prensa, aun así,el munícipe acudió el evento.
Sin inmutarse y de manera despreocupada, Severiano de la Rosa se limitó a declararle a los reporteros que Amozoc “está tranquilo”. Pese al tono fuerte e insistente de las preguntas de los periodistas, el presidente municipal reiteró simple y llanamente que en el ayuntamiento “todo está tranquilo”.
Los niveles de inseguridad en Amozoc han crecido sistemáticamente. Con Mario de la Rosa el municipio vivió momentos críticos en ese rubro y la población tuvo que enfrentar esa realidad durante dos trienios. Hoy la situación es peor. De todos es sabido la operación de huachicoleros y grupos que cobran piso, pero para el munícipe “Todo está tranquilo”.
En agosto pasado fueron reportados 11 desparecidosen el terreno de Amozoc. Pese a la solicitud de ayuda de los familiares al edil, el señor no movió ni un dedo para localizarlos. La ubicación de los desaparecidos fue posible hasta que las autoridades estatales y federales se involucraron en la búsqueda. Esas víctimas mostraron señales de que fueron sometidos y retenidos contra su voluntad, así lo dijo la Fiscalía del Estado.
Justo esa labor de localización permitió que colateralmente fueran detenidos 11 presuntos maleantes a quienes les encontraron drogas y armas. Tal acción confirmó que en este lugar hay nidos de delincuentes que observan ausencia de la autoridad y consecuentemente se convierte en tierra fértil para el crimen.
Si bien es cierto que los grupos delictivos siempre superan a las fuerzas del orden en todos los sentidos, también es claro que los alcaldes se hacen de la vista gorda. Ya sea por miedo, por sus limitaciones policíacas y de equipamiento o porque prefieren atender sus negocios personales; pero lo cierto es que esa actitud no solo los exhibe, sino que deja desprotegidos a las y los ciudadanos, incluso a aquellos que en su momento votaron por ellos en las urnas y hoy esas “autoridades” se desentienden de las necesidades básicas de seguridad.
El caso Amozoc es solo un ejemplo visible y que es notorio justo por su cercanía a la capital de Puebla, pero esa misma situación podrían estar viviendo otros municipios en donde los alcaldes procuran a sus familiares y amigos, mientras se alejan del resto de la población.
Ojalá que este caso sea el motivo por cual autoridades estatales y federales -en el ámbito de sus competencias- pongan más atención en el desempeño de las autoridades municipales. Y también es deseable que aquellos ediles que simplemente no pueden enfrentar a la inseguridad, que mejor pidan ayuda a otros niveles de gobierno porque de no hacerlo, los que terminan pagando son las y los ciudadanos y eso no se vale.
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