Eduardo Rivera Pérez es un avieso y despreciable mentiroso que pone el ejemplo en su delirio de gobernar la entidad alardeando como carta de presentación su truculento paso por el ayuntamiento de Puebla.
Como alcalde fue insaciable. Ese alarde de la supuesta repavimentación, mantenimiento y bacheo de las calles citadinas es una grosería que atenta contra la inteligencia de los poblanos.
No existe fraccionamiento o colonia alguna cuyos vecinos no se quejen de los hoyancos, baches, vialidades y banquetas destrozadas, etc., pues las “empresas” a las que encomendó los trabajos el malandro Lalito solo hicieron remiendos de tierra vil cubierta de chapopte destruido o cuarteado de un día para otro.
Las empresas lograron contratos millonarios y son propiedad de esa siniestra hermandad ultra derechista y voraz de la que el candidato es miembro.
Las obras que pregona en sus discursos son inexistentes o mal acabadas, ya destruidas, como es esa mamada de afirmar que durante su gestión se pavimentaron mil calles.
En el proyecto de reconstrucción, ampliación e instalación de nueva capa asfáltica en el Centro Histórico se aplica sin ningún plan y sin ningún resultado satisfacrorio; por lo contrario, esa obra solamente sirvió para desatar el caos vial y bajar las ventas y consiguientes ingresos de los negocios ubicados en el primer cuadro citadino. De hecho, aún no se ha concluido y presenta graves fallas; los únicos satisfechos son los dueños de las empresas a las que concesionó la ejecución de la obra, obviamente sus socios, cómplices y allegados.
Debería de morderse la lengua cuando promete seguridad para todos los poblanos, cuando en el municipio de la capital sus mismas autoridades policíacas con asqueroso descaro informan a biombo y platillo que hay por lo menos 450 puntos identificados como centros de venta de drogas, a lo que todos se preguntan que si ya están ubicados, por qué no se actúa en su contra, sino que al contrario las fuerzas municipales “del orden” se apersonan cada semana a recoger el fruto de la extorsión descarada, son millones y millones de pesos.
Desbordado de desequilibrada fobia y fantasía, en un momento decidió prohibir los bailes sonideros, parte relevante en el entretenimiento y placer de los poblanos pobres, desposeídos, a lo más de clase media baja, lanzando el ladrido aristocrático con la amenaza de imponer una multa de un millón de pesos a quien los organizara e imponer multa o cárcel a los asistente; literalmente una pendejada y una soberbia culera.
Mientras tanto, en la Ciudad de México, gobernada hasta hace poco por la hoy candidata presidencial Claudia Sheimbaun, se declara a dichos bailes sonideros como patrimonio popular intangible, reconociendo el derecho de los pobres y los humildes a tener una diversión que los sustrae, anima y entusiasma, ante su problemática social y económica, a la vez que reconocer como cultura y derecho los bailes masivos sonideros.
Desde su primera gestión como presidente municipal, surgió el grave problema de la prostitución femenina y masculina en la 14 Poniente, lenones, padrotes, bandas de ladrones que azotan a quienes acuden a comprar en el centro, narcomenudistas y toda clase de sujetos de estofa baja delincuencial.
En su reciente paso por la alcaldía poblana, el problema tomó una dimensión tal que incluso en los sectores conservadores se sostuvo que la única solución era la apertura de una zona roja fuera de la ciudad. Lalito se negó.
Esos elementos malosos constituyen un importante ingreso ilegal para todo el corrupto grupo mafioso de Eduardo Rivera.
Como complemento del caso, el número de prostíbulos y centros de vicio en la ciudad alcanzó centenares, desde la colonia mayormente marginada hasta el propio Centro Histórico, muchos de ellos propiedad de carteles del crimen organizado, con el consiguiente resultado del tráfico de enervantes, el lenocinio y la trata de mujeres en una red que es internacional.
La fortuna que pagan por no ser molestados es incalculable
La sociedad tomó como última petición que se aplicaran sanciones a los transgresores, pues según el hoy candidato a gobernador eso violentaría los derechos humanos y se constituiría en violación legal, como discriminación de género.
En contraparte la ciudadanía sugirió un distintivo para que las mujeres amas de casa, profesionales, jóvenes, etc., que forzosamente tienen que pasar por esa zona, siendo confundidas, acosadas e insultadas por los varones.
Funcionó la parte mayoritariamente podrida de Eduardo Rivera. Ordenó que los, las y les vendor@s de amor tuvieran uniforme. Un modelito tipo estudiante, a lo que cualquier adolescente que pasara en el rumbo se le confundiera con hetaira.
Sus ideas cochinas no quedaron ahí. Tuvo una idea abominable, puso a disposición de los y las vendedoras de amor viejas casonas que acondicionó como lugares de uso y paso algunas viejas casonas. Zona roja en el centro, pero no en un lugar apartado.
Como complemento del caso, el número de prostíbulos y centros de vicio en la ciudad alcanzó centenares, desde la colonia mayormente marginada hasta el propio Centro Histórico, muchos de ellos propiedad de carteles del crimen organizado, con el consiguiente resultado del tráfico de enervantes, el lenocinio y la trata de mujeres en una red que es internacional.
La fortuna que pagan por no ser molestados es incalculable,
El horror de la pandemia del coronavirus desató una crisis económica cuyas principales víctimas fueron los empleados y obreros despedidos y comerciantes informales, la gente pobre.
Al restaurarse la normalidad relativa empezaron a ubicarse en diversos puntos citadinos, tianguis donde se vende desde artículos usados con valor de cinco pesos y los objetos que les quedaron a los damnificados del covid, chácharas, etc.
Se desata una bestial persecución contra ellos, pero en el equipo del ambicioso Lalito surge la productiva idea de aplicar cobros al estilo mafioso, “derecho de piso” a cambio de no molestarse. Esa cuota es obligada y cara, como ejemplo en el Paseo Bravo y sus alrededores cada vendedor, la mayoría “ninis” por cada metro que ocupan pagan cincuenta pesos.
El ayuntamiento impuso a organizaciones y líderes como administradores del negocio de rentar las calles que ocupan.
Es sencillo imaginar la suma total del botín, pues en toda la Angelópolis diariamente operan centenares de tianguis.
La instalación de parquímetros inicialmente en el centro despertó el descontento y la ira social, pues a pesar de ser declarado el cobro como inconstitucional, lo fue extendiendo, que al final de cuentas se requería dinero para costear sus aspiraciones de ser candidato a gobernador.
Esos son solo unos de los “logros” como alcalde, y que ahora pretende imponer en toda la entidad si logra –algo difícil, pero posible- ser electo gobernador postulado por esa repugnante capirotada que forman el pan, pri y prd.
Alguna virtud debería tener, y es la de ser un hombre previsor, pues aceptó la candidatura para gobernador bajo la condición de que se garantizara a su esposa Liliana Ortiz una diputación federal.
Continuaremos proporcionando mayor información del caso.