No sé qué vaya a suceder a finales de octubre o principios de noviembre, porque será por esas fechas cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación decida si anula la elección de Gobernador de Puebla y ordena un proceso de carácter extraordinario o ratifica el triunfo de Martha Erika Alonso; pero lo que sí es un realidad es que la ola gigante de MORENA no ha parado, seguirá avanzando y amenaza con llegar hasta las costas de Baja California, donde se vaticina que puede ganar la gubernatura en 2019, luego de la pésima administración del panista Kiko Vega de la Madrid, sobre quien pesan incontables acusaciones de corrupción e impunidad.
Contra los pronósticos catastrofistas de que a partir del 2 de julio el país se convertiría en un caos y que México se transformaría en otra Venezuela, el clima político ha caminado de manera institucional, empezando con el reconocimiento unánime al triunfo de Andrés Manuel López Obrador y siguiendo con las reuniones respetuosas que ha sostenido con el Presidente Enrique Peña Nieto, con los representantes de los Poderes, empresarios y gente de todos los sectores. El ambiente no es convulso en lo que ha cambio de gobierno se refiere, aunque esto no quiere decir que terminarán las marchas y quejas, nada más que ahora vendrán por otro lado.
La confirmación del triunfo del hombre de Macuspana da certidumbre; genera confianza en inversionistas, esperándose la consolidación con obras de gobierno y el cumplimiento de promesas hechas en campaña.
De ninguna manera debe confundirse la llegada de MORENA con la desaparición de todos los males de la nación. El avance de este fenómeno no es la panacea; no existe la varita mágica que convierta a México en un paraíso. Sin embargo, la esperanza de que aminore la pobreza, la inseguridad y mejore la economía en los hogares, ha resurgido y nadie quiere llevarse una desilusión.
La expectativa despertada en la llamada “cuarta reconstrucción de la República” tiene que ir aparejada al castigo a los delincuentes de cuello blanco y de grandes organizaciones que han sembrado el pánico en las calles. Solapar la impunidad sería catastrófico; instaurar el perdón por decreto es un error.
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SI ALGUIEN está preocupado por su futuro es el ex Gobernador de Oaxaca Gabino Cué Monteagudo, porque las investigaciones a su administración arrojan ropa sucia por todos lados y no sería extraño que se convierta en compañero de residencia de más de una docena de Gobernadores que desfalcaron las arcas públicas.
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EL GOZO SE PODRÍA IR AL POZO. Y es que los Abogados de la ex líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo Morales, le recomendaron solicitar un amparo que ha sido radicado en el Juzgado Decimosegundo de Distrito de Amparo en Materia Penal, al enterarse que en los últimos días había sido girada una nueva orden de aprehensión en su contra.
Se trata de una orden distinta a la primera por la que fue detenida. La chiapaneca se prepara –de ser cierto- buscando que no sea llevada a comparecer en una audiencia inicial con fuerza pública sin haber sido previamente citada. Es decir, que no la sorprendan como hace más de 5 años en el aeropuerto de Toluca.
Al parecer, los defensores de la Maestra se enteraron que ha sido la Juez de Distrito Administrador del Centro de Justicia Penal Federal en el Reclusorio Norte, la encargada de liberar la supuesta orden de aprehensión.