Pumas sabe sufrir. El cuadro auriazul tuvo que navegar contra corriente, al estar con un hombre menos, pero resistió el embate de Cruz Azul y firmaron el empate sin goles (1-2), que le bastó para llegar a la final de la Concachampions, 17 años después.
Desde el inicio, el juego estaba pactado como una guerra por el primer boleto a la final. Cruz Azul partía como el obligado para buscar el gol, pero tal y como Lillini prometió, los auriazules no fueron a defender y de inmediato presionaron para ampliar su ventaja.
Dinenno fue el primero en avisar con un tiro de larga distancia. Una jugada en los linderos del área que nos prosperó, ya que el balón pasó por encima de la meta de Jurado. La Máquina respondió con un cabezazo de Aldrete, pero no pudo darle dirección de gol y Talavera respiraba tranquilo.
Sin querer bajar la guardia, los del Pedregal intentaron por los costados, teniendo en Diogo de Oliveira su arma más peligrosa de la primera mitad. El brasileño logró hacerse de la lateral y en una contra, en combinación con Dinenno, sacó un tiro cruzado que Jurado sacó con una gran atajada.
La Máquina sufrió para poder llegar a la meta rival y la falta de contundencia fue su principal verdugo. En un tiro de esquina, Mozo perdió el balón con Antuna, el delantero se fue a la contra y cedió el balón a Morales, quien quedó mano a mano con Tala, pero este salió a encararlo, provocando que el balón se fuera desviado.
La polémica estuvo de ambos lados. Primero, La Máquina reclamó una mano en el área de Corozo que el VAR no marcó, mientras que un gol de Leo López de Pumas fue anulado por un apretado fuera de lugar.
Pese a las llegadas, ambos arqueros lograron dejar su marco en cero en los primeros 45 minutos, algo que dejaba más tranquilo a los Pumas.
La segunda parte no cambió, ambos equipos se fueron al ataque para poder romper la paridad. Con un partido de ida y vuelta, las emociones superaron a los jugadores, en especial al Palermo Ortiz, quien le hizo una falta al recién ingresado Santi Giménez en los linderos del área, recibiendo la roja directa.
Reynoso movió sus piezas para aprovechar la ventaja numérica, dándole minutos al Shaggy y Otero. Ambos se encargaron de buscar el gol para La Máquina con centros para Santi, pero Talavera y la defensa estuvieron atentos para mantener el marco en cero.
Los minutos se acababan y Pumas estaba totalmente atrás defendiendo su marco, pero la claridad de los cruzazulinos jamás fue un problema para Talavera. Incluso, Rogéiro tuvo la más clara de los últimos minutos, pero su tiro de estrelló en la meta de Jurado y quedó el 0-0 definitivo.
Pumas sufrió hasta el final, pero la garra de Lillini sigue perfecta para su equipo y los ha puesto de nueva cuenta en una pelea por la corona que tanto se le ha negado a los del Pedregal. 17 años están de vuelta en la final de la Concachampions.
Con información de Marca Claro