¿De dónde se filtró que Eukid Castañón Herrera salió caminando y sin voltear del penal de alta seguridad de Tepexi de Rodríguez?
Habría sido custodiado, con la anuencia de seguridad interna, para regresar después de pasar año nuevo con su familia.
¿A poco le iba a dar tiempo de ir a Cancún; comerse las 12 uvas con sidra acompañado de su pareja con la que tiene un hijo; cenar pavo, chipotles, bacalao y caviar de esturión beluga, digno de su estirpe política?
¿Le alcanzaría para brindar con champaña, darse un chapuzón en la alberca y luego meterse al baño sauna con aromas perfumados que le hicieran recordar las glorias del poder?
Faltó decir que Eukid era esperado por su periodista de cabecera Mayito Mejía, quien le prometió una oda a la valentía y al machismo, merecida a la libertad de los cadáveres exquisitos que acostumbra.
Tampoco se reseñó cuantos miles de pesos soltó por su salida y quién los amachinó entre los barrotes carcelarios como mudos testigos, quizá con la promesa que esto se repetiría cuantas veces fuera necesario.
La nota que apareció por ahí, puso en alerta al panismo morenovallista, pensando que había llegado la hora del reagrupamiento.
¡Oh, sorpresa!
No sucedió tal cosa.
La desinformación ilusionó fugazmente a los amigos de Eukid.
Lo que vieron en Cancún fue el fantasma del rey del espionaje, posiblemente desdoblado durante su sueño profundo en las mazmorras de la mixteca.
Ayer, el Gobernador Miguel Barbosa Huerta, con la información en las manos, solamente dijo que no hay privilegios para nadie y que quienes están en el penal son sujetos a un proceso de acuerdo a la ley, respetando sus derechos humanos.
¡Suficiente!