Revista Educarnos
Hace unos días el Presidente López Obrador declaró que “sí o sí las clases se reanudan el 30 de agosto próximo”. Pareciera que ese aviso fue la bandera de salida para la nueva “ola” de contagios de Covid-19, ahora mediante las nuevas y agresivas variantes del virus original, tal como ya estaba sucediendo en otras partes de mundo.
De tal modo, ahora regresa la pregunta ¿de verdad es oportuno abrir ahora las escuelas? Desde luego surgen pros y contras, afirmaciones y negaciones, a veces al vapor y a veces sensatas. Por eso, vale la pena un breve repaso por algunos elementos de la situación básicos para orientar una postura informada.
En primer lugar, es conveniente partir del hecho: Hoy las escuelas están, en su mayoría, cerradas. En el último tramo del ciclo escolar recién terminado, en Jalisco y otros estados, se dio la apertura de escuelas para recibir a los niños, niñas y jóvenes en pequeños grupos un par de días a la semana, y atendidos por profesores ya vacunados. El ejercicio no se realizó en todas las escuelas dado el carácter voluntario de la asistencia. No se dispone de una medición o de un análisis fundamentado de los resultados del ejercicio. Habría que tomar en cuenta que el objetivo declarado del mismo fue específicamente “detectar insuficiencias en el aprendizaje esperado de los estudiantes y procurar su nivelación”. No sabemos con certeza lo logrado en este periodo de apertura.
A los hechos anteriores se debe agregar el esfuerzo de gobierno y particulares para ofrecer “educación a distancia” por medios electrónicos. Tampoco se tiene un estudio serio del resultado de tal esfuerzo. Se sabe de cierta improvisación al principio, se tienen noticias alternas sobre el resultado en términos de aprendizaje de los estudiantes y de la aceptación o no de los y las profesoras para capacitarse y trabajar con esa modalidad.
En tercer lugar, se nos ha comunicado que los profesores y profesoras en servicio ya están vacunados y pueden asistir a la escuela si se toman todas las medidas de protección de la salud recomendadas. También de cierto rechazo a la vacuna de algunos profesores.
En cuarto lugar, han proliferado estudios y dichos alrededor de los efectos negativos de la pandemia tanto por el abandono escolar de un cierto porcentaje de estudiantes como por la suposición de “pérdidas del aprendizaje” pues se llega a afirmar que los y las estudiantes ya no “podrán aprender bien” lo que no se les ha enseñado en la edad y el tiempo en que “deben” aprenderlo. Es una exageración.
Un quinto punto, último en este recuento, está la situación de las familias. Ha habido fuertes consecuencias por la imposibilidad de dejar los niños solos en casa pues no todas las familias disponen de la posibilidad de algún cuidador alterno. A eso se suma el despido o la suspensión del trabajo de uno o de los dos padres, con las consecuencias para la economía. Se añade la no disponibilidad en todas las casas de las conexiones necesarias para tomar los cursos a distancia.
¿Usted qué haría? Parece imposible una medida general. Habrá que decidir caso a caso. Nada fácil.