De vez en cuando llegaba al portal Hidalgo a beber un café con amigos Periodistas que me recibían diciendo: “El enemigo público número uno de Casa Puebla”.
De todos era sabida la confrontación que sostenía yo con el morenovallismo en sus tiempos de fuerza y esplendor.
Imperdonable era para Rafael Moreno Valle Rosas haber defendido en su momento a Mario Marín Torres, por lo que ordenó perseguirme e investigar lo que hacía y dónde compraba hasta los calzones que usaba. Denuncié, durante su mandato, el intento de secuestro de mi hija y, en otra ocasión, la agresión a dos de sus hermanos que viajaban en un automóvil rumbo al Complejo Cultural Universitario.
El enojo del nieto del General crecía al ahondar en el tema de los Jenkins, el Patronato conformado por marionetas a su servicio con el consentimiento del Rector de la UDLAP, Luis Ernesto Derbez y las maniobras para desaparecer el patrimonio que, se sabe, asciende a 720 millones de dólares transferidos a Barbados y Panamá, luego de armar un entramado que dificultara su rastreo.
Roberto Jenkins de Landa, representaba al abuso y estaba entregado a Moreno Valle, Antonio Gali y a sus propias ambiciones. Por ahí pululaban Federico Bautista Alonso, primo de Martha Erika Alonso Hidalgo y Gustavo Garmendia, Presidente del Patronato amañado en la Universidad de las Américas.
“No escriban de eso”, se deslizaba desde las entrañas morenovallistas.
Las agresiones a mí y mi familia fueron soslayadas.
¡Ah, la fraternidad periodística!
Mis “amigos” dudaron de la veracidad del relato en las páginas de El Heraldo de Puebla y en el periódico digital Diario ABC Puebla, creyendo que perseguía yo notoriedad y hacerme el interesante.
Era evidente la falsa solidaridad gremial.
Al paso del tiempo, algunos de esos mismos “amigos” han clamado respaldo por considerarse perseguidos del poder político.
Por esos días, la mayoría de la prensa poblana soslayó el tema de la Fundación Mary Street Jenkins. La orden era del Gobernador Moreno Valle Rosas y la acataban la mayoría de direcciones de periódicos y portales. ¡El que paga manda!, así de sencillo.
Tuve la oportunidad de hacer amistad con Guillermo Jenkins de Landa, uno de los patronos de la Fundación de la Universidad de las Américas Puebla; igualmente con el Abogado Carlos Serna.
Escribí y escribí, mientras el mandatario ex priista y panista por accidente sentenció que su reinado duraría 30 años, tiempo suficiente para quebrantar la economía del Estado colocándola en unas cuantas manos y que los delitos que cometiera fenecieran.
No me equivoqué en lo que narré.
Ayer, el Gobernador Miguel Barbosa Huerta, dijo que no habrá ninguna negociación como ya le propusieron algunos involucrados o interesados en el asunto del patrimonio de la Fundación Mary Street Jenkins que debe regresar legalmente a los poblanos. “Yo, no hago desmadres y chingaderas”, recalcó ayer el Jefe del Ejecutivo en Casa Aguayo.
En efecto, los desmadres y chingaderas las hicieron el Rector de la UDLAP, Luis Ernesto Derbez y sus cómplices denunciados ante la Fiscalía General de la República.
POSDATA: En alguna ocasión contacté vía telefónica al Abogado Alejandro González Muñoz, representante en la Ciudad de México de un despacho jurídico que defendía los intereses del Patronato espurio de la UDLAP que impuso Rafael Moreno Valle, a Derbez, a Roberto Jenkins de Landa y contlapaches. Le pedí una entrevista personal y me dijo educadamente: “Disculpe, no puedo, estos asuntos los arreglamos en tribunales”.
Se les concedió.