La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, pidió a los países más ricos del mundo a actuar más rápido en favor de los más pobres, que enfrentan un “doble choque devastador” provocado por la pandemia.
“Los países más pobres se enfrentan a un doble choque devastador, de perder la carrera contra el virus y desaprovechar las inversiones necesarias para asentar el crecimiento económico”.
Kristalina Georgieva, directora general del FMI.
“Es un momento crítico que llama a una acción urgente de parte del G20 y de los actores políticos en todo el mundo”, agregó Georgieva.
En una publicación previa a la reunión de Finanzas del G20, del 8 al 10 de julio en Venecia, Georgieva advirtió de las “crecientes divergencias” entre ricos y pobres, y recalcó que hay que imprimir velocidad para ayudar al mundo en desarrollo con vacunas y posteriormente con sus reformas económicas.
Mientras Estados Unidos se encamina a su mayor crecimiento desde 1984 y China y la eurozona están retomando el ritmo, los países en desarrollo están quedando atrás debido a una pandemia que no termina, insuficiencia de vacunas y la incapacidad de aplicar políticas de ayuda a la población.
“El G20 puede hacer la diferencia”, subraya el FMI, apuntando a la necesidad de un enfoque multilateral para compartir vacunas, financiarlas e invertir en acelerar su producción.
FMI propone expandir el acceso a las vacunas
El FMI ha propuesto un plan en conjunto con la Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio para expandir el acceso a las vacunas.
La institución con sede en Washington estima que los países de ingresos bajos deben desembolsar 200 mil millones de dólares en cinco años sólo para combatir la pandemia, y otros 250 mil millones para las reformas económicas que les permitan alcanzar el ritmo de recuperación de las naciones más ricas.
Pero Georgieva dijo que no lo pueden hacer por sí solos y que los países ricos deben “redoblar esfuerzos”.
Cabe mencionar que en noviembre de 2020, los países del G20 adoptaron un “marco común” para manejar las eventuales reestructuraciones de deudas de 73 de los países más pobres del planeta.