La resistencia no violenta al golpe de Estado militar en Myanmar ganaba fuerza este viernes, con protestas públicas en varias regiones, incluyendo la capital, Naipyidó, donde hay estrictos controles.
El ejército ha tratado de sofocar la oposición con detenciones selectivas y bloqueando el acceso a Facebook para evitar que los usuarios organicen movilizaciones. La red social es la principal herramienta para entrar a internet y compartir información en el país, donde los medios tradicionales están controlados o intimidados por las amenazas de acciones legales del estado.
El último político detenido es Win Htein, un alto cargo del depuesto partido gobernante, la Liga Nacional para la Democracia (LND). Fue arrestado en su casa en Yangón y trasladado a la capital en la madrugada de este viernes, explicó Kyi Toe, vocero de la formación.
La sublevación militar del lunes comenzó con la detención preventiva de funcionarios y políticos de alto perfil. Entre ellos estaba la líder de facto de la nación, la consejera de Estado, Aung San Suu Kyi, que se encuentra bien y sigue bajo arresto domiciliario en su residencia oficial en Naipyidó, apuntó Kyi Toe.
Win Htein, de 79 años y confidente de Suu Kyi, había pedido públicamente una desobediencia civil en respuesta al alzamiento. En una llamada a la radio británica BBC contó que estaba detenido por sedición, un cargo que acarrea una pena máxima de cadena perpetua.
Se estima que unos 200 maestros se manifestaron este viernes en Yangón con carteles en favor de la desobediencia civil. Realizaron un saludo con tres dedos de la mano levantados, que significa resistencia y adoptaron de las protestas antigubernamentales en la vecina Tailandia.
“No aceptamos un gobierno formado por ellos mismos luego de tomar ilegalmente y con armas el poder del gobierno elegido por la población”, apuntó un profesor, el doctor Nwe Thazin, acerca de los militares. “Nunca estaremos con ellos. Queremos que este tipo de gobierno fracase lo antes posible”.
Al mismo tiempo, cerca de allí, un grupo más reducido de personal de un hospital universitario celebró su propia movilización con carteles con lemas como “Protejan la democracia” y “Rechazo al golpe militar”.
Al amparo de la noche, los inconformes llevan tres noches seguidas mostrando su indignación golpeando cacerolas y sartenes en los vecindarios de Yangón, la principal ciudad del país. Reportes no confirmados en redes sociales señalaron que algunos de los participantes en la cacerolada del jueves habían sido detenidos por la policía.
Este viernes se registraron también protestas en la capital, donde el personal médico de su principal hospital posó tras una pancarta condenando la sublevación militar.
Los funcionarios de salud han estado en la primera línea de la campaña de desobediencia civil.
En la región de Tanintharyi, en el sur del país, unas 50 personas marcharon y corearon lemas, según la agencia de noticias online Dawei Watch.
De acuerdo con la Asociación de Asistencia a Presos Políticos, al menos 133 funcionarios o legisladores y 14 activistas de la sociedad civil han sido detenidos por el ejército en relación con su rebelión. La LND informó que Suu Kyi y el derrocado presidente, Win Myint, están retenidos por cargos que permiten su arresto hasta mediados de mes.
En la capital, miles de personas participaron el jueves en un mitin de apoyo al golpe de Estado, el último de una serie de actos que buscan proyectar una imagen de aceptación popular.
La rebelión ha sido criticada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y otros en la comunidad internacional pidieron que se restablezca el gobierno electo.
“El ejército de Birmania debe renunciar al poder que ha tomado, liberar a los activistas y funcionarios que han detenido, levantar las restricciones a las telecomunicaciones y abstenerse de la violencia”, comentó Biden el jueves, empleando el antiguo nombre de Myanmar.
En su primera declaración sobre el tema, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas “destacó la importancia de defender las instituciones y procesos democráticos, evitar la violencia y respetar plenamente los derechos humanos, las libertades fundamentales y el Estado de Derecho”. Aunque Estados Unidos y otros han descrito las acciones militares como golpe, el comunicado unánime del Consejo no lo hizo.
El ejército tomó el poder poco antes de la apertura del nuevo parlamento el lunes y declaró que sus acciones eran legales y constitucionales porque el gobierno de Suu Kyi se había negado a abordar sus denuncias de irregularidades en las elecciones de noviembre. La comisión electoral rechazó antes estas quejas y confirmó la victoria de la Liga por una amplia mayoría.
Los militares dejaron el control del estado en manos de la junta, incluyendo las funciones legislativas, durante un periodo de emergencia de un año. Además, se formó una nueva comisión electoral para abordar las denuncias de fraude y al final del periodo de excepción se celebrarán comicios de los que saldrá el nuevo gobernante.
Myanmar estuvo sometido a un gobierno militar durante cinco décadas, tras un golpe de Estado en 1962, y los cinco años de Suu Kyi como líder han sido su periodo más democrático desde entonces, a pesar de seguir usando leyes represivas de la era colonial.