**Hollywood, la Meca del Cine se apropió de la leyenda
Por Raúl Torres Salmerón
La historia de Joaquín Murrieta está rodeada de misterio y sin duda alguna, originó el mito de El Zorro. Hollywood se apropió de la leyenda y la cambió a su gusto, cuentan sus descendientes
Joaquín Murrieta tiene su origen en el área de Trincheras, Pitiquito, Tubutama y Altar, poblados de Sonora, en México y continúa en California, en Estados Unidos. Fue un personaje etéreo, no hay muchos datos de su vida, pero se ha creado una leyenda que ha ocupado 30 libros, decenas de películas, series de televisión, cuatro obras de teatro, poemas y corridos.
Los trinchereños presumen que Joaquín Murrieta es el primer y original Zorro y le reclaman a Hollywood por cambiar su lucha. Murrieta no usaba espada, traje negro, capa y antifaz.
En la época del Zorro, en Sonora y California, se oían gritos, golpes de látigo, galopes, silbidos y caballos en tropel. También se oían balazos de armas largas un tanto primitivas y de recarga. Era Joaquín Murrieta.
Joaquín nació entre los años 1824 y 1830, uno de los diez hijos de Juan Murrieta y Juana Orozco. El lugar de nacimiento fue San Rafael del Alamito, a 2 kilómetros de Trincheras, pero esa comunidad desapareció a principios del siglo XX. Ahora solo quedan restos de tumbas del cementerio y ahí mismo han construido una plaza cívica en donde celebran cada 23 de octubre, desde hace 20 años, la fiesta de Joaquín Murrieta.
DOS HERMANOS A CALIFORNIA
Ese mismo año, sus hermanos, José y Jesús, fueron a California y un año después, en 1850, se les unió Joaquín, formando parte de la oleada de inmigrantes que se desplazaron a la Alta California debido a la fiebre del oro.
Joaquín Murrieta se fue porque su hermano Jesús le había avisado de un rico yacimiento, pero al llegar lo encontró muerto en Murphy’s.
En la vieja California, recién incorporada a Estados Unidos, donde se aplicaba la ley del más fuerte, Joaquín se encontró una gavilla de maleantes que lo golpearon, a su esposa la ultrajaron y la mataron.
Fue cuando cambió su personalidad. Estudiosos que lo consideran un asaltante de cargamentos de oro, cuatrero y asesino, como el líder de una banda que puso de cabeza a California. Otros lo definen como un guerrillero y patriota mexicano que robó caballos y traficó con armas para recuperar California para México.
En Stockton, un hombre con porte se desplazaba en su caballo negro. Las mujeres que iban a misa y los hombres reunidos en las esquinas advirtieron al jinete que frente a la pared había anuncios de recompensas. Un papel decía: “500 dólares de recompensa por Joaquín. Vivo o muerto”. El jinete escribió: “Yo daré diez mil dólares. Joaquín”.
La leyenda creció y se cuentan historias del líder de una banda que en la mañana robaba caballos en Los Ángeles y en la tarde le quitaba su dinero y asesinaba a gambusinos en Mariposa, a cientos de kilómetros de distancia.
Su lugarteniente Joaquín Valenzuela trasladaba caballos a Sonora, mientras Juan Tres Dedos destrozaba cráneos y mojaba su cuchillo con sangre.
De Joaquín todos hablaban y pocos conocían su cara. Tenía varios alias: El Zorro del Valle de San Joaquín, El Jinete sin Cabeza, El Coyote, El Patrio, este último porque los americanos no podían pronunciar El Prieto.
En el libro Joaquín Murrieta. El Patrio mexicano, de Manuel Rojas, se afirma que la guerrilla mexicana dio su gran golpe hacia finales de 1852, el 7 de noviembre, día en que ejecutaron al general estadounidense Joshua H. Bean, según se publicó la Revista dominical del diario el Universal hace varios años.
AUMENTARON LAS ACCIONES DELICTIVAS
En el primer semestre de 1853 aumentaron las acciones delictivas atribuidas a los “Joaquines”.
En enero hubo 24 asesinatos en Calaveras, Mariposa y El Dorado. La banda de Murrieta tenía dos mil caballos en Sonora, armas, oro y dólares. Pero también se intensificó el cerco a su banda. En el Congreso de California se discutió la manera de apresarlo.
El 17 de mayo se publicó el histórico estatuto donde se pidió la cabeza de Joaquín por parte del gobernador John Bigler, con recompensa de mil dólares. El día 28 se designó a Harry Love, veterano de la guerra México-Estados Unidos, al frente de los Rangers para cumplir la misión. Su cuñado Jesús Félix fue detenido y los llevó a su campamento.
Love le cortó la cabeza a Murrieta y la mano a Juan Tres Dedos y empezó a exhibirlos, primero en Stockton, el 12 de agosto de 1853, y terminó el viaje por todo California hasta septiembre de 1855.
En Trincheras, Sonora, el calor y el polvo no desaparecen, como tampoco las proezas contadas de boca en boca acerca del hijo predilecto de esta zona de Sonora.
Joaquín Murrieta no murió, se dice en la calle. La leyenda surge de hechos concretos. Los escritores Walter Noble Burns (en 1932) y Frank F. Latta (1938), en sus respectivos libros, ofrecen testimonios de personas y familiares que lo vieron en México.
Sin embargo, la parte más hilarante sucedió en 1875 cuando el periódico The Herald, de San Francisco, California, publicó una supuesta carta de Joaquín Murrieta que en la parte sustantiva decía: “Todavía conservo la cabeza, aunque la prensa diga que hace poco fui capturado”.
En el cine, El Zorro nació del folletín de Johnston McCulley, en 1919. Al año siguiente, en 1920, se produjo la primera película con el actor Douglas Fairbanks y en 1940 el varonil actor Tyrone Power se puso el antifaz negro.
En la última película, con varias secuelas, Antonio Banderas es el protagonista de la historia de Murrieta.
De acuerdo con distintos autores y asociaciones académicas, como el Instituto Cervantes, El Zorro de Johnston McCulley, con su látigo y con su antifaz, es una invención, así como su capa y su caballo negro, a la que le añadió historias de bandidos reales que vivieron en California en los años posteriores a la anexión a Estados Unidos, principalmente de Joaquín Murrieta, un hombre apuesto, insolente, comprometido socialmente y romántico justiciero.
En fin, como escribió Diego de Torres Villarroel (España, 1694-1770), en su poema A un Amigo:
La tierra, el polvo, el humo, en fin, la nada,
al héroe más insigne y portentoso,
es el único triunfo, el más glorioso,
que robar has logrado, muerte airada.
La vida de su fama celebrada,
fe, virtud y valor y celo ansioso,
exentos de tu brazo pavoroso,
en lo eterno aseguran su morada.