REFLEXIONES
El Gobernador Miguel Barbosa Huerta, encontró una Puebla quebrada en sus finanzas y con una deuda monstruosa.
¿Cómo pretende el PAN y el morenovallismo que no se diga nada, aceptando tácitamente la complicidad de la barbarie, argumentando que hay que dejar descansar a los muertos?
Añora que Barbosa actúe al nivel mediocre e ineficiente de Claudia Rivera Vivanco, escondiendo o quemado cualquier documento que comprometa a José Antonio Gali Fayad y Luis Banck Serrato en su paso por la administración municipal.
Recuerdo que desde 2013 venía yo escribiendo sobre la deuda poblana que tienen que pagar los ciudadanos, siendo tres o cuatro Periodistas poblanos los que le entraron en el mismo tenor sin miedo a nada, a sabiendas del comportamiento iracundo de Rafael Moreno Valle y su pandilla.
También me viene a la memoria que economistas y académicos de la Universidad Iberoamericana terminaron por involucrarse en el tema de los Proyectos de Prestación de Servicios (PPS) y concluyeron que es deuda, contraviniendo a Rafael, quien juraba que HACÍA OBRAS SIN PEDIR UN PESO PRESTADO.
Frase absurda, falsa, digna de la perversidad.
Por supuesto que los PPS son deuda, así como las obras que se hicieron bajo el esquema de Asociaciones Público Privadas (APP).
El axioma es contundente: Si se pide prestado es deuda y hay que pagar.
Hoy, el gobierno de Miguel Barbosa lo comprueba: Los intereses son criminales; la hipoteca del Estado alcanza los 30 años y en algunos casos el medio siglo.
Hasta un niño de primaria lo entiende.
No así Rafael Moreno Valle Rosas, quien pensó que vivía en un país de retrasados mentales. Sus cómplices viven como sultanes, nada más que ahora esconden la cara y no quieren ser mencionados mientras pasa la tormenta.
Los estudiosos sepultan la versión oficial morenovallista de las grandes obras que harían de Puebla una ciudad de primer mundo, sin importar el resto del Estado. El Museo Barroco, los puentes atirantados, la ruedota del infortunio, las ciclovías, el teleférico, la remodelación del estadio Cuauhtémoc y Casa Puebla, el CIS, AUDI, no han servido para nada, solamente acentuaron la pobreza, la inseguridad, la desigualdad, el desempleo, la criminalidad y el huachicol incrementado al 3 mil por ciento, síntomas inequívocos de que impulsó la corrupción e impunidad al extremo.
En la columna que escribí el 14 de diciembre de 2015, ratifiqué lo que venía asegurando un par de años atrás, en el sentido de que el Gobernador neopanista Rafael Moreno Valle Rosas estaba endeudando escandalosamente el Estado.
Los números que arrojaron las investigaciones de Doctores de connotadas universidades públicas y privadas lo comprobaron en 2016, a pocos días de que el Gobernador entregara la estafeta a Gali Fayad.
Rafael Moreno Valle, ha sido el mandatario de Puebla más corrupto en la historia de la nación, rebasando a los Duarte, Borge, Yarrington, Padrés y anexas. Por eso estaba seguro de que podía competir por la Presidencia de México, nada más que… ¡Dios lo castigó!
En 2014, advertí que la deuda pública en Puebla alcanzaba los 34 mil millones de pesos.
El Gobernador Rafael Moreno Valle Rosas lo negó, jurando que los Proyectos de Prestación de Servicios no generaban endeudamiento.
Un año después, prácticamente se duplicó la cifra, pues la hipoteca ascendió a 65 mil, lo que indica que al terminar su gestión llegó a los 95 mil millones, colocando en una situación delicada a las finanzas de la entidad, ya que le impuso al erario obligaciones millonarias durante los siguientes 30 años para poder financiar obra pública.
Y aunque se quiso disfrazar la deuda bajo el esquema de los PPS, para que las obligaciones financieras adquiridas por la administración estatal no se reflejaran como deuda, lo cierto es que nunca dejaron de ser pasivos de las finanzas estatales.
Lo grave es que sería visible hasta el próximo sexenio; el Gobierno en turno tendría menores ingresos y una raquítica capacidad de maniobra por la deuda a pagar.
Así de sencillo.
Por eso le urgió a Moreno Valle ganar la elección de 2016 con Gali Fayad, tapando los hoyos financieros a los que se hizo adicto desde que manejaba la Secretaría de Finanzas durante el Gobierno de Melquiades Morales.
Enterrar los desperfectos seguiría con Martha Erika Alonso Hidalgo. Así sería sexenio tras sexenio, amén.
Eran desde ya, dueños del Estado.
Nadie imaginó la tragedia del 24 de diciembre de 2018.
Arribó al interinato Guillermo Pacheco Pulido y en lugar de hacer un papel decente, cerrando con brillo su carrera política, también manoseó 91 mil millones de presupuesto y cubrió el lodazal morenovallista y se llenó de sus colaboradores.
¡Qué desilusión!
Nunca en la historia de Puebla se había registrado un abuso de tales dimensiones. Ni siquiera con Mariano Piña Olaya, a pesar de la corrupción que impuso como sello de su administración. Y conste que el guerrerense, que dijo haber nacido en Champusco, invirtió el presupuesto poblano en la Bolsa de Valores que terminó cayéndose. El daño lo quiso ocultar, pero el escándalo salió a la luz.
Rafael, nunca aceptó que los PPS eran deuda. Así lo decretó el dios pagano. El cinismo no tuvo límites.
¿Dónde están los cómplices de la pandilla?
Tienen que responder.
El Gobierno de Miguel Barbosa Huerta, tiene la palabra.