RODERICK GARCÍA RAMÍREZ
Fue a Francia y al Vaticano como representante del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Su calidad de Presidenta del Consejo Asesor Honorario en la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultura de México, así como ser esposa del mandatario, se lo permitió para gestionar, a préstamo por un año, códices, objetos y documentos de la historia de la nación mexicana que se exhibirán en 2021 con motivo de los 700 años de la fundación de Tenochtitlán, 500 años de la invasión colonial española y 200 años de la Independencia.
No asistió como Primera Dama ni como titular del DIF, figuras de adorno extinguidas en el nuevo régimen.
Sus detractores quisieron burlarse absurdamente de su visita al Papa Francisco, connotado líder político y religioso en el mundo, a quien le entregó una carta del Presidente López Obrador, en la que se congratula por la ayuda a los pobres y su buena relación que ha extendido a las naciones más allá de dogmas y creencias.
Demostraron solamente que la envidia les corroe el alma. Eso sí, van a misa, comulgan y no han perdido, en su hipocresía, la oportunidad de pedir audiencia para que los reciba el Papa Francisco, aunque sea en su calidad de hombre mundano y de nombre secular, Jorge Mario Bergoglio.
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