Miguel Ángel García Muñoz.
¿De dónde sacan que Echeguren ha declarado oportunamente, después de dos años de las mapacherías morenovallistas, que hubo fraude en 2018?
¿Qué le dio al gordo o flaco Echeguren recuperar la memoria, si siempre gozó de privilegios desde el gobierno de Melquiades Morales Flores, hasta Gali, pasando por Moreno Valle?
Dan ganas de soltar la carcajada.
La gente sigue siendo pendeja, según los escribientes.
¿Mañosos, despistados o mentirosos?, los que intentan limpiar los nombres de Ernesto Echeguren Barroeta y Antonio Gali Fayad del fraude electoral 2018 que birló el triunfo de Miguel Barbosa Huerta, como si Rafael Moreno Valle Rosas y Fernando Manzanilla Prieto hubieran podido mover todo sin la ayuda de Eukid Castañón Herrera, Marcelo García Almaguer, Roberto Moya, Gerardo Islas Maldonado, Maximiliano Cortázar, Luis Banck, Javier Lozano Alarcón, los hermanos Riestra Piña, Mario Rincón González, los chapuceros que manejaban las instituciones electorales y muchos otros implicados.
Todos sabemos que la noche de los comicios Barbosa llevaba una ventaja de 10 puntos sobre Martha Erika Alonso; que en el Estado había arrasado la ola morenista, pero extrañamente el Gobierno del Estado seguía perteneciendo al morenovallismo; que Roy Campos y su Consulta Mitofsky, junto con todas las encuestadoras daban por hecho el triunfo de Miguel; la noticia la esparcieron las televisoras, radio y redes sociales.
Al filo de las 11 de la noche empezaron a cambiar misteriosamente los números; se hizo lento el conteo del PREP y por la mañana ya había ganado Martha Erika. Todos los que anunciaron la victoria de Barbosa, de acuerdo al conteo rápido y casi infalible, se disculparon, diciendo que se habían equivocado.
¡No mamen!, fue la exclamación que pareció retumbar en toda la entidad.
Ahora, Echeguren, asegura que fue fraude.
No cabe duda que es retardado en la reacción.
Bien vale “desapendejarse” si hay modo de acomodarse.