En concordancia con las reformas a la Ley Suprema de la Unión en materia de selección de personas juzgadoras, el Gobernador Constitucional del Estado de Puebla, doctor Alejandro Armenta, envió un paquete de reformas a la Constitución Política local para armonizarla con la federal en esta materia, estableciendo una vacatio legis de casi dos años.
De esta forma, las y los magistrados y jueces que integren el Tribunal Superior de Justicia de la entidad serán elegidos a través del voto popular. El Consejo de la Judicatura Estatal desaparecerá, dando paso al nuevo Tribunal de Disciplina Judicial, cuyos cinco integrantes —tres mujeres y dos hombres— serán los encargados de vigilar el correcto desempeño de jueces y magistrados locales, y cuyas resoluciones serán inatacables, incluso mediante juicio de amparo.
Dos aspectos importantes deben resaltarse de esta reforma:
Uno. La primera elección mediante voto popular de las personas juzgadoras que integrarán la Judicatura local se llevará a cabo en 2027, coincidiendo con los comicios de presidentes municipales y diputados locales, lo que evitará gastos innecesarios al no organizar una elección extraordinaria exclusiva para estos cargos.
Dos. Según los artículos transitorios del decreto de reforma a la Constitución local, se prorrogan los mandatos tanto del presidente del Consejo de la Judicatura como del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Puebla, evitando así relevos innecesarios en la etapa final de dichos órganos colegiados. Esto permitirá una transición ordenada hacia la nueva estructura judicial, compuesta por el Tribunal de Disciplina Judicial y el renovado Pleno del Tribunal Superior de Justicia.
Cambios que, sin lugar a dudas, en los hechos se traducen en un aparato de administración de justicia más cercano a las causas populares y muy lejos de los oscuros intereses de los grupúsculos que, de facto, controlaban la Judicatura poblana.
Todo ello es posible gracias a la visión de nuestro gobernador Alejandro Armenta, cuya administración está construyendo el segundo piso de la Cuarta Transformación, basado en los principios del humanismo mexicano y la bioética social.